La desarticulación de una banda de británicos que se dedicaba al tráfico de drogas "principalmente éxtasis" y el estado en el que se encuentran las dependencias de la Policía Local en este municipio vuelven a mostrarnos en un par de pinceladas lo qué es y cómo se encuentra Sant Antoni en estos momentos. Lo dijo en unas sinceras y atrevidas declaraciones la directora insular de la Administración del Estado, Marienna Sánchez-Jáuregui, en las que alababa el soberano esfuerzo que están realizando las fuerzas policiales para acabar con la inseguridad, pero en las que reconocía que los resultados que se están obteniendo no son todo lo eficaces que deberían ser. La directora insular, a través de este periódico, pidió el esfuerzo de todas las administraciones, y en concreto de la municipal, para acabar con este clima de inseguridad que se ha apoderado del municipio. «El 10% requiere actuación policial, el resto es competencia muncipal», sentenciaba con razón la directora insular.

Sant Antoni ha perdido imagen, turismo y seguridad, y de eso no tienen la culpa las fuerzas de seguridad y sí la política de desidia que se ha llevado a cabo en los últimos años en este muncipio. Un claro ejemplo de esta dejadez es el estado de las dependencias de la Policía Local: suciedad, calor axfisiante sin aire acondicionado, deficientes infraestrucuturas... Así lo muestran los propios policías locales, que aunque se les pueda tachar de oportunistas, ofrecen lo que es la realidad de su lugar de trabajo y denuncian, con razón, el mal estado de sus dependencias. Cabe pensar, entonces, que Sant Antoni, donde la mayoría de las infraestructuras son pésimas, tiene lo que se merece, que es lo que ha ido cultivando su ayuntamiento con el paso de los años. La pregunta es si sus ciudadanos, que pagan impuestos como los demás, también se merecen esto.