Comenzó la anunciada huelga veraniega de los pilotos de Iberia.
Por suerte para nosotros, entre las exigencias de los servicios
mínimos establecidos por el Gobierno se encuentra el respeto al
cien por cien de los vuelos entre la Península y las Islas. Veremos
hasta qué punto los sindicalistas del Sepla "convocantes de los
paros los martes de julio y los lunes de agosto" se prestan a
cumplir los servicios mínimos u optan por una huelga salvaje que
tenga como único perjudicado al usuario.
En estos momentos los pilotos de Iberia "aunque el Sepla no
representa a todos, sí a la mayoría" constituyen seguramente el
colectivo peor valorado del país. A ojos de los ciudadanos aparecen
como unos privilegiados que cobran salarios millonarios, trabajan
tantos días como descansan y tienen en sus manos la llave para
exigir siempre más y más a costa de los usuarios y a cambio de
nada. Pero no les basta con alegrarse de su elitista posición en la
sociedad, quieren más y sólo tienen que pronunciar la palabra
«huelga» para poner a sus pies a toda una compañía aérea que se ve
obligada a plegarse a sus exigencias, aunque sean a todas luces
exageradas, injustas e insolidarias.
Ahora Iberia es una empresa privada y, como tal, no debe tolerar
abusos de esta índole entre unos empleados que utilizan al cliente
como rehén para exigir un rescate irrazonable. Los pilotos se
encuentran entre los mejor pagados del mundo y aún exigen más. Los
sindicatos de cualquier sector se conforman con subidas salariales
coincidentes con el IPC en el mejor de los casos y ellos piden una
subida salarial superior al siete por ciento "aplicado a cifras
millonarias" y otros cuatro años del IPC más tres puntos. Tal vez
sería justificable alguna medida drástica por parte de la empresa
para acabar de una vez con estas prácticas.
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