Pudo inicialmente llamar a algunos la atención el hecho de que el presidente de los Estados Unidos comenzara su viaje a Europa visitando España. A la vista de lo acontecido, queda descartado por completo la casualidad al tiempo que resulta evidente que ello respondía a un plan preconcebido. Bush quiso empezar recibiendo en nuestro país un aliento de simpatía y apoyo a su política, a sabiendas de que en la mayoría de las restantes naciones europeas -en la práctica, sólo Italia y Polonia se han alineado con España en su respaldo- menudearían las críticas. Las «coincidencias» políticas existentes entre un conservador como Aznar y el actual inquilino de la Casa Blanca aconsejaron que Madrid se convirtiera en el trampolín de la visita presidencial. Pero, claro está, lo que es bueno para Bush y los intereses norteamericanos no tiene por qué serlo para los intereses españoles. Y en este sentido, no les falta razón a quienes afirman que España se ha aislado un tanto al mostrar un apoyo tan decidido a proyectos como el del escudo antimisiles y una tibieza relativa a la hora de instar a Bush a que reconsiderara su negativa a firmar el protocolo de Kioto. Más allá de lo puramente anecdótico-cierta obsequiosidad, incluso servilismo, en la atención al visitante- la condescendencia española ante los planes americanos se ha convertido en motivo de todo tipo de críticas procedentes de buena parte de las cancillerías del viejo continente. Lo peor del caso es que el momento es singularmente inoportuno para un desmarque de estas características, ya que España tiene pendientes una serie de cuestiones- empezando por la de los fondos europeosen las que va a precisar que los países de la UE vean con buenos ojos sus peticiones. Algo que es probable que no suceda a raíz de lo ocurrido. Entre los valores defendidos por la UE figura una renuncia a la carrera armamentista, carrera que podría iniciarse nuevamente de darse luz verde al proyecto del escudo antimisiles. Ojalá entonces no haya en Europa quien se empeñe en pasarnos factura por el paso en falso dado por Aznar.