Acaba de suceder en Eivissa, un nuevo derrumbe que, por fortuna, no produjo daños personales, aunque podría haber supuesto una tragedia similar a la del hotel Tívoli en Palma. La causa, nuevamente, unas obras de remodelación para las que los inquilinos habían solicitado al Ayuntamiento la correspondiente licencia de obra menor, que al parecer todavía no tenía concedida. Algo que, por lo que se está viendo, ocurre demasiado a menudo. Lo peor es que muchos ciudadanos acometen obras sin ni siquiera solicitar la licencia, simplemente para ahorrarse los consiguientes gastos. Así ocurre lo que ocurre, que edificios de hace tres o más décadas, cuando el «boom» del turismo hizo que se levantaran bloques de cemento con calidades menores y a contrarreloj, se desmoronan apenas alguien toca las estructuras con la intención de realizar obras. Hay que poner freno a tantas irregularidaades, tanta dejadez y «picaresca» y tanta codicia, como ha declarado el conseller de Treball, Eberhard Grosske.
Editorial
Los edificios se desploman
29/01/01 0:00
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