Cuando a los gobernantes del Partido Popular se les echa en cara que la filosofía económica que informa su quehacer conduce a la larga a una situación en la que los ricos son cada vez más ricos y, sobre todo, los pobres cada vez más pobres, tuercen el gesto con un aire de suficiencia, como despreciando a quién se atreve a poner en entredicho una ejecutoria aparentemente brillantísima. Pero en realidad, más allá de la apariencia, no lo es tanto. Ni mucho menos. Y cada vez abundan más los datos que permiten corroborarlo. Fijémonos, sin necesidad de ir más lejos, en ese salario mínimo fijado por el Gobierno para el año próximo en 72.094 pesetas mensuales. Realmente como salario es mínimo, no cabe la menor duda; que resulte digno ya es otra historia. Especialmente si advertimos que en los últimos tiempos ha crecido bastante más la inflación que dicho salario. Tengamos en cuenta que nos estamos refiriendo al salario que perciben precisamente los españoles más necesitados, exactamente esos españoles pobres que cada vez son más pobres, y que tienen todo el derecho del mundo a preguntarse de qué les sirve a ellos que estemos viviendo una época de gran boyantez económica. Y lo más curioso del caso es que eso ocurre en una España que crece más en lo económico que la mayoría de países europeos, en los que por cierto ese salario mínimo es superior al español. Lo que hace posible concluir que esa deficiencia en la dotación de dicho salario se debe exclusivamente a la política puesta en práctica por el Ejecutivo conservador que gobierna en este país. En resumidas cuentas, estamos hablando de un Estado del bienestar nuevamente aparente; ya que si una de las piezas angulares de ese bienestar "el salario que perciben los más pobres" no tiene la suficiente consistencia, es evidente que nos hallamos ante un bienestar relativo. Y ese es un hecho objetivo, huérfano de tópicos y demagogias, ante cuya contundencia deberían reflexionar aquellos que rigen los destinos de la economía nacional, en lugar de torcer el gesto y achacar a la eterna cantinela de la izquierda este tipo de reproches.