El Govern de Francesc Antich ha llevado a cabo un estudio que
pondrá sobre la mesa, con pelos y señales, lo que ya sabemos todos:
que nuestra Comunitat presume de ser la más rica de España "y casi
de Europa" y, en cambio, adolece de muchas cosas. El conseller
d'Hisenda, Joan Mesquida, ha adelantado algunos datos del informe,
que revela, por ejemplo, que sólo somos la sexta autonomía en
cuanto a calidad de vida. Y es que la variable de la renta per
cápita, que es la que se utiliza siempre para justificar nuestra
inmensa riqueza, es ciertamente engañosa. Basta dar un largo paseo
por Palma para darse cuenta de cómo viven los palmesanos y, por
ende, los demás habitantes de Balears. Pobreza, drogas, suciedad,
precariedad, falta de educación, marginalidad...
Hay aquí mucho dinero, es cierto, los coches de lujo en
cualquier calle y los impresionantes yates amarrados en cada puerto
nos hablan de ello. Pero, ¿a cuántas personas alcanza este
bienestar? A una minoría que ha visto crecer inmensas fortunas a la
sombra del negocio turístico.
Pero para el resto, que son la mayoría, las Islas ofrecen un
buen clima, cierta tranquilidad en su modo de vida y poco más. Los
salarios son año tras año de los más bajos de todo el Estado, y lo
mismo ocurre con las pensiones. El nivel de ocupación es alto, pero
también lo es la precariedad del empleo y de ahí provenga quizá la
elevadísima tasa de siniestralidad laboral. Enseñanza, sanidad,
carreteras y todo tipo de servicios se encuentran en una situación
que no merece demasiados elogios. Y ahí está precisamente la
ingente labor que se espera de un Govern de izquierdas, que sitúe a
los habitantes de este archipiélago en el lugar que les corresponde
en base a lo que dicen las estadísticas, que somos los más
ricos.
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