La polémica en torno a ses Feixes des Pratet puede servir para sintetizar lo que sucede en las Pitiüses en muchas ocasiones en las que la aguerrida defensa del medio ambiente que se lleva a cabo no sólo desde el ecologismo «oficial» sino también desde otras asociaciones que han alcanzado este ámbito empaña el sentido común y tergiversa lo que debe ser un racional sentido del desarrollo. El espacio aún no construido que limita el cinturón de ronda de Eivissa, el barrio de es Pratet y la avenida de Santa Eulària es, por su propia naturaleza y al margen de su pasado, la zona natural de crecimiento de la ciudad de Eivissa, y como tal consta en el Plan General de Ordenación Urbana. Su interés etnológico y natural es, de una forma muy realista y aunque sea en voz baja admitido por todo el mundo, muy inferior al de ses Feixes de Talamanca, para las que sí se prepara un ambicioso proyecto de recuperación, lo que simplificó en el momento de la redacción de la ordenación urbanística del municipio su definición como zona lógica para el crecimiento del núcleo urbano. Ahora, fruto del clima de opinión extendido gracias al fácil acceso a los medios de comunicación de los grupos ecologistas, esta zona se ha situado en medio de la polémica al reclamarse como zona virgen a la construcción y ha abierto un cierto enfrentamiento entre éstos y el equipo de gobierno. Los primeros están recordando a los últimos que les ayudaron a auparse al poder mientras que estos contestan que, con la ley en la mano y el sentido común en la otra, en este caso no puede haber otra solución que la que ya está marcada. El precio de mantener la tensión de no dejar que Eivissa se desarrolle urbanísticamente puede ser, para este capítulo, de un montante cercano al presupuesto anual de la institución. Razones, en este caso, parecen no faltar al Ayuntamiento.