El consumo de drogas de diseño no está tan castigado socialmente como el de estupefacientes más agresivos, como la heroína o la cocaína. Quizá se deba al desconocimiento que los ciudadanos tienen sobre los efectos que este tipo de «pastillas» pueden llegar a tener. Y, tal vez, porque la edad de consumo es tan temprana que puede parecer una tontería característica de los adolescentes, sin demasiadas consecuencias para su desarrollo posterior. Craso error. Nuestras islas, bien sea por la masiva afluencia de turistas, bien por el elevado nivel económico de que gozamos o por la proliferación de locales de ocio nocturno, se han convertido en paraísos para el éxtasis, las anfetaminas y demás. Tanto que en Balears el consumo duplica al del resto del país y alcanza prácticamente al nueve por ciento de la población.
Editorial
Balears, tierra de «éxtasis»
21/11/00 0:00
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