Todos los ciudadanos de estas Islas hemos tenido experiencias desagradables con aviones y aeropuertos. Lo mismo podrán decir muchos peninsulares, pero bien es cierto que las poblaciones del continente están enlazadas por otras vías de comunicación distintas a la aérea. Aquí, todos lo sabemos, vivimos atados al avión. Por eso la gestión de los aeropuertos es un tema vital para la Administración balear, pues de ella dependen muchas cosas. Entre ellas, enormes beneficios económicos, la imagen que nuestros visitantes se llevan a sus países y un puente de unión "el único, aparte de la vía marítima" entre las Islas y el resto del mundo.

La noticia, lanzada a la palestra por el anterior Gobierno del Partido Popular, de la próxima privatización en bloque de todos los aeropuertos españoles, puso en alerta a las autoridades baleares, que temieron quedarse sin ninguna posibilidad de intervenir en la gestión de los aeropuertos isleños. Ahora, con el nuevo Ejecutivo de Madrid, parece que las sensibilidades han cambiado y que el nuevo ministro de Fomento, Francisco Àlvarez Cascos, está más abierto que su antecesor a otras ideas.

Y el Govern, que ha estado negociando el asunto durante meses, acaba de proponer una fórmula consensuada con los principales sectores empresariales que evitaría la fuga del capital y de la gestión a manos privadas y ajenas al Archipiélago. Se trata de un sistema que funciona en otros países de Europa y que deja en manos públicas del 51 por ciento de la gestión aeroportuaria a través de un holding de empresas.

Es una propuesta bien estructurada, basada en experiencias consolidadas que seguramente funcionaría a la perfección en Balears. Ahora sólo falta que en Madrid sepan valorar "ya que no lo han hecho hasta ahora" la peculiaridad de nuestras Islas y se muestren abiertos a estudiar la cuestión.