La aparición de un brote de sarna pacientes del hospital de Can Misses ha levantado una justificada alarma entre la población de las Pitiüses. La sarna, una enfermedad superficialmente conocida debido a que su nombre se utiliza con ligereza en el lenguaje coloquial, no supone un riesgo grave para la salud del ser humano, pero sí un problema sanitario que debe ser atajado de forma inmediata. El número de afectados, que puede llegar a sumar más de 20 personas en la evolución del brote, es suficientemente elevado como para que las autoridades sanitarias establezcan medidas contundentes para frenar su incidencia y realicen un seguimiento de su posible evolución; también que difundan públicamente el desarrollo del plan establecido, de forma que la ciudadanía pueda estar tranquila.

Los sindicatos del hospital han sido muy duros con la dirección del centro: consideran que se ha bordeado la negligencia (término que utiliza Comisiones Obreras en un comunicado de prensa) en un tema que, con todo, puede convertirse y calificarse de muy preocupante. La dirección se defiende argumentando que se establecieron medidas destinadas a frenar su impacto y a tratar a los pacientes; además, se ha dado orden a los médicos para que se examine a las personas que en los días en los que se produjo la infección acudieron al centro y que se han convertido, así, en posibles afectados.

Con todo, no se puede permitir que un brote como el detectado se descontrole; las autoridades sanitarias deben ofrecer resultados inmediatos y tranquilizadores. Aunque el proceso sea delicado, aquellos que están encargados de garantizar nuestra salud tienen que recordar que la confianza en la salud pública es, también, un aspecto a preservarse.