Cuatro años después de su tormentosa salida de la Casa Blanca, Donald Trump ha logrado recuperar la presidencia de Estados Unidos. La victoria del candidato republicado ha sido contundente y ha superado a Kamala Harris incluso en el voto popular. Su triunfo en los estados clave de Georgia, Pensilvania y Wisconsin ha dinamitado la igualdad que anunciaban las encuestas y ha encumbrado al político populista. El fracaso del Partido Repúblicano admite pocas comparaciones. Trump no solo se lleva la presidencia, sino también el Senado y la Cámara de Representantes.

Descontento de la ciudadanía.

La respuesta del electorado americano revela con cierta claridad que Donal Trump ha sabido rentabilizar la máximo el descontento y frustración de una gran parte de la ciudadanía. La inflación y las subidas de precios durante los últimos años habían erosionado a la administración Biden, apartado de la carrera electoral tras su caótica intervención en el primer debate electoral de la campaña. A pesar de su discurso xenófobo, el republicano ha logrado el apoyo mayoritario de los votantes latinos. Su éxito también se ha asentado sobre los hombres blancos sin estudios universitarios, que en su mayoría reclaman una nueva gestión migratoria y seguridad fronteriza.

Impacto global.

La victoria de Donald Trump, metido de lleno en varios procesos penales -el 26 de noviembre debe conocerse una sentencia- sacudió ayer a Europa como un terremoto. Bruselas teme un giro proteccionista de Estados Unidos y también prevé un cambio en materia de seguridad. La ultraderecha y los populismos, sin embargo, jalearon un triunfo que abre diversos interrogantes en el plano económico, especialmente por sus promesas de imponer más aranceles, menos impuestos y una regulación más laxa.