El presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, ha vuelto a tender la mano este viernes a los integrantes de Sa Unió para que se incorporen al gobierno de la institución insular. El objetivo de Córdoba es nombrar vicepresidentes y poder formar una junta de gobierno que facilite la gestión de la institución tras la dimisión de todos los consellers excepto del titular de Turismo. Córdoba asume que falta agilidad en la gestión, algo lógico desde el momento en que todas las áreas las lleva él mismo, algo insólito en un gobierno de estas características.

Moción de censura.
Parece claro que en estos momentos no existe ninguna posibilidad de alcanzar un acuerdo entre Gent per Formentera, PSOE y Compromís para plantear una moción de censura que ponga fin al mandato de Córdoba. Las últimas palabras de Ramírez pidiendo que Sa Unió se integre en el gobierno insular, en el mismo sentido que lo planteado por el propio Córdoba, son un mal presagio ante la esperanza de buscar un acuerdo para acabar con la inaceptable postura de bloqueo por parte del presidente del Consell. Ni PSOE ni Gent per Formentera parecen dispuestos a dar un paso para solucionar la crisis actual, que dejan en manos íntegramente de Córdoba y Sa Unió.

Demasiado tiempo.
El Consell de Formentera se encuentra en un callejón sin salida. La crisis se alarga demasiado (más de medio año) y no hay ningún indicio de que se produzca un acuerdo milagroso para zanjar una situación que perjudica seriamente los intereses de los habitantes de Formentera. Tampoco parece probable que haya nuevas elecciones y, por supuesto, Córdoba no tiene intención de dimitir. Está claro pues que solo existe un camino: presentar una moción de censura y que los nuevos consellers que salgan del acuerdo se pongan a trabajar con el objetivo de poner fin a una situación de emergencia como la que vive el Consell de Formentera. Es el momento de dejar de lado las posturas partidistas y actuar con responsabilidad. Permitir que esta situación se alargue lo que resta de legislatura sería un auténtico desastre que no se puede consentir.