El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que en 2028 ya no habrá más pisos turísticos en la ciudad. El objetivo es revertir la actual situación, que afloren pisos al mercado de alquiler para residentes, e intentar frenar la masificación. Hace unos meses, Nueva York impuso duras restricciones a Airbnb y ahora mismo la comercialización de pisos turísticos en la ciudad estadounidense se ha reducido drásticamente. Por el contrario, los precios de los hoteles se han disparado al no tener apenas competencia de los pisos turísticos. Tanto la decisión de Barcelona como la postura adoptada en Nueva York el pasado año deberían ser analizadas seriamente con el objetivo de adoptar medidas valientes en las Pitiusas.

Un cambio de tendencia.

Es una evidencia que el mercado de alquiler en Ibiza y Formentera se modificó sustancialmente con la irrupción de los pisos turísticos. Al principio apenas existía regulación sobre estos inmuebles pero poco a poco han tenido que legalizarse y cumplir una serie de requisitos. Sin embargo, aún existen muchos pisos que se comercializan y que no tienen ningún tipo de permiso. En este sentido, el buen trabajo que se desarrolla desde el Consell d’Eivissa es un aspecto positivo que debe tenerse en cuenta tras años de escaso control. Lamentablemente, portales como Booking o Airbnb siguen comercializando pisos turísticos sin confirmar si tienen permiso para desarrollar esta actividad.

Medidas valientes.

La propia presidenta Prohens anunció el jueves en el Parlament la necesidad de adoptar medidas valientes para luchar contra la masificación turística. En este sentido, quizás resultaría demasiado radical la postura de Barcelona de suprimir totalmente la oferta en un plazo de tres años, pero sí que es urgente en Ibiza rebajarla con el objetivo, además, de que afloren inmuebles al mercado de alquiler y solventar el problema de la falta de vivienda de alquiler. Los pasos que deben darse no son fáciles y es una evidencia que los propietarios de estos pisos turísticos legales tienen unos derechos adquiridos, pero las iniciativas de Barcelona o Nueva York deberían ser analizadas con rigor y sentido común. Ahora bien, la rebaja de la oferta de pisos turísticos, si se llegase a aplicar en Ibiza, no debería servir de excusa para disparar los precios hoteleros, como ha ocurrido en Nueva York.