El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció este miércoles que se toma cinco días de reflexión para decidir su futuro político. El lunes tiene que anunciar si sigue como presidente o si finalmente dimite. El motivo para adoptar esta postura tan inesperada ha sido la investigación judicial a la que está siendo objeto su esposa por mantener contactos con empresarios que finalmente han recibido ayudas o contratos del Gobierno.

Insólito

Debe ser la primera vez en España que un presidente dice que se toma unos días para decidir si sigue o no en el cargo. Y mucho más insólito es que lo haga después de la polémica que ha envuelto a su mujer con noticias contrastadas y no desmentidas en ningún momento por el propio Gobierno. Acusar a medios digitales    de solvencia contrastada de difundir fake news es una falacia inadmisible para todos aquellos que defienden la libertad de prensa. Más sorprendente es que la Fiscalía haya solicitado en un tiempo récord (24 horas) el archivo de la investigación que se lleva a cabo contra la esposa de Sánchez. Los ciudadanos normales que tienen causas pendientes en los juzgados desde hace años no suelen tener tanta suerte como Begoña Gómez.

Una estrategia

Si finalmente Sánchez no dimite, este órdago que ha lanzado el presidente del Gobierno solo habrá provocado una mayor división en la sociedad española. Con Sánchez se ha llegado a un punto insoportable, donde todos aquellos que no piensan como él son acusados de pertenecer a la fachosfera, de ser de ultraderecha o simplemente fachas. Nunca se había alcanzado un nivel tan bajo en la política, con tanta insolvencia intelectual como la mostrada por muchos de los actuales dirigentes políticos. Si dimite, Sánchez habrá puesto punto y final a una etapa política nefasta para el país, con problemas muy graves sin resolver y con una división muy clara en la sociedad, alentada por el propio Sánchez y dirigentes de su partido. Y últimamente con escándalos políticos que han salpicado de lleno al PSOE sin que haya ni las más mínimas explicaciones convincentes. Si todo este numerito es una estrategia de Sánchez para conseguir alguno de sus objetivos políticos sin duda habrá superado todas las líneas rojas posibles que existen en democracia.