El Govern propondrá a la comunidad educativa limitar «al máximo» el uso de los teléfonos móviles tanto dentro como fuera de los espacios docentes. Para ello, la Conselleria d’Educació redactará una instrucción que primero será consensuada con las mesas sectoriales, los directores y los sindicatos antes de ser remitida a los colegios e institutos para su aplicación. Se trata de ordenar y regular la utilización de estos dispositivos para evitar abusos. Ahora cada centro aplica sus propias reglas, pero ante la movilización de las familias -a través de grupos de Whatsapp y Telegram- y las advertencias de psicólogos y pedagogos, aunque sin criterios unánimes, la prohibición del móvil se está abriendo paso en España. Los gobiernos autonómicos de Castilla-La Mancha, Galicia y la Comunidad de Madrid ya han eliminado, mediante una normativa específica, el uso personal y recreativo en los centros educativos. La Junta de Andalucía acaba de anunciar que también restringirá su utilización. En el resto de autonomías, son los equipos directivos, el claustro de profesores y el consejo escolar quienes deciden las limitaciones.

Distracción y contenidos inadecuados   

El móvil favorece la distracción y la dispersión; y permite acceder a contenidos inadecuados cuando, en la adolescencia, se forma la personalidad. Contenidos que provocan consumos adictivos o compulsivos; crean tendencias con comportamientos machistas y homófobos, y conducen a mensajes pornográficos, así como      de gran violencia. La doctora en Psicología Catherine L’Ecuyer afirma que «muy pocos jóvenes están preparados para tener un ‘smartphone’ o estar en las redes antes de los 18 años».

Formar y regular en lugar de prohibir

Aún cuando se plantea la prohibición de los móviles en la escuela, hay un ámbito esencial, la familia, donde hay que que fijar normas y momentos. Tanto en la escuela como en la familia, no se trata de prohibir, sino de educar, regular e impulsar un uso inteligente y eficaz.