La protesta protagonizada hace nos días en Palma por los usuarios de las autocaravanas, exigiendo que se habiliten espacios adecuados para este tipo de vehículos en la Isla, debería ser tenida en cuenta para que los ayuntamientos se adelanten a un problema más serio. La problemática también se extiende a Ibiza y Formentera, donde la utilización de estos vehículos como una opción más de ocio, con un éxito enorme en los últimos años, está generando serios conflictos con los residentes debido a su acumulación en zonas de estacionamiento inadecuadas. Este enfrentamiento, creciente en determinados enclaves, tiene su raíz en la falta de espacios y áreas destinadas en Balears para la práctica de esta fórmula de disfrute del tiempo libre.
Presión municipal
La protesta trata de romper la actual dinámica en la que los municipios, en especial del litoral, presionan para evitar la presencia de las autocaravanas; una dinámica que no frena una práctica que cuenta con un número cada vez más numeroso de adeptos. El momento actual es el idóneo para evitar que la tensión siga en aumento. La demanda del colectivo es razonable y permite a los ayuntamientos habilitar áreas en las que no haya una convivencia molesta con los residentes. Se trata, en definitiva, de expresar la voluntad de diálogo para resolver un problema que si no se resuelve, se irá agravando con el tiempo.
Faltan instalaciones
Frente al caos actual, la solución más razonable es la de determinar unas normas eficaces para que los caravanistas puedan poner en práctica su afición sin molestar a los residentes. Espacios y servicios adecuados son la fórmula más inteligente para neutralizar un foco de conflicto que aumenta año tras año. Cabe recordar que en Balears no existe un sola instalación autorizada en la que poder aparcar una autocaravana o montar una tienda de campaña, una demanda que no deja de aumentar.
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