La foto de Randa que con tanto mimo preparó el Govern balear para presentar lo que en principio iba a ser un acuerdo histórico con el Gobierno de Pedro Sánchez para reparar el agravio que sistemáticamente han sufrido estas islas por parte de los gobiernos nacionales tenía trampa. La letra pequeña de la afrenta ha llegado vía el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado. La activación del fondo de insularidad contemplado en el REB con 180 millones no solo ha dejado sin resolver parte de los atrasos pendientes; también se ha llevado por delante los convenios de carreteras que primero el Govern y después los consells habían venido firmando históricamente con el Ministerio de Fomento.
Incertidumbre y retraso.
La primera consecuencia del trilerismo presupuestario de incluir el REB a costa de eliminar otras partidas es la incertidumbre que hay en estos momentos sobre las inversiones que finalmente se podrán acabar ejecutando. La negociación entre el Govern y los consells no podrá hacerse hasta que haya finalizado la negociación previa en la comisión bilateral entre la Comunidad Autónoma y el Estado. Una vez pactado qué porcentaje de la inversión será destinado a las carreteras de Baleares, el Govern y los consells deberán acordar qué parte es destinada a cada isla. Todo ello con el agravante de que deberá hacerse anualmente, ya que el fondo de insularidad no tiene garantizado el importe del que estará compuesto en años venideros porque hay atrasos pendientes de compensar. Indudablemente, el mecanismo es peor que una negociación bilateral con el Ministerio de Fomento que derive en un acuerdo a largo plazo.
El papel de los consells.
Políticamente, supone un paso atrás en la capacidad de autogobierno de los consells, administración que han quedado relegadas en favor del Govern. El avance que se logró con los acuerdos bilaterales con el Ministerio de Fomento se ha perdido con el REB. El PSOE debería rectificar y recuperar los convenios de carreteras insulares que tanto trabajo y esfuerzo costaron arrancar a Madrid.