Periódico de Ibiza y Formentera se infiltró la noche del viernes en una de estas fiestas y pudo comprobar que se trata de un entramado bien organizado en el que cada uno tiene claro cuál es su cometido: captar turistas como sea, citarlos en un meeting point previo pago de una señal, llevarlos a la casa sin decirles dónde está la ubicación y, una vez allí, ofrecerles alcohol y sustancias estupefacientes al ritmo que marcan los djs contratados para el evento ilegal.
Los precios de las entradas van de 60 euros para mujeres a 100 euros para hombres en las fiestas ilegales más estándares, además de habitaciones privadas a 800 euros, pero no hay que olvidar que también existen niveles y se organizan otras tantas en macrovillas de lujo cuyos precios son realmente astronómicos. Las ganancias económicas en negro para los promotores de estas fiestas ilegales son realmente escandalosas teniendo en cuenta que se organizan desde que empezó la temporada y a la semana hay varios eventos. De hecho, tras la publicación del reportaje por parte de este rotativo, el chat de Telegram seguía echando humo ayer con varias fiestas y también otras tantas para hoy, un síntoma de que se sienten impunes al ejercer esta actividad ilegal.
Los peligros.
Estas fiestas ilegales en casas y villas de campo son un auténtico peligro. La mayoría de los asistentes, da igual que sean residentes o turistas, no conocen la ubicación exacta de las casas a las que acuden, por lo que si necesitan asistencia sanitaria o pedir un taxi porque quieren irse desconocen dónde están realmente. A esto se suma que son fiestas sin ningún tipo de control ni seguridad, en las que puede pasar cualquier cosa, y que se están celebrando en plena pandemia de coronavirus sin mascarilla ni distancia social. La patronal Ocio de Ibiza lleva meses insistiendo en el peligro que suponen estas actividades ilegales y la nefasta imagen de Ibiza que se ofrece en el exterior. En este último punto, coincide el director insular de Turismo, Juan Miguel Costa, quien tiene claro que Ibiza es conocida mundialmente por sus discotecas y el ocio nocturno, algo que se está desvirtuando por la celebración de fiestas ilegales en villas y casas de campo. «No es la imagen que queremos para la isla», precisa Costa.
La consecuencia.
La proliferación de fiestas ilegales a lo largo y ancho de todo el campo de Ibiza es consecuencia directa de no haber permitido la apertura con condiciones del ocio nocturno reglado. Al acabar la noche en bares y restaurantes, la gente quiere seguir tomando algo e, incluso, bailar y si no hay oferta legal se van a la ilegal, que es lo que está pasando desde hace meses en Ibiza. De hecho, los turistas con los que habló este rotativo afirmaron que tenían claro que «volver de Ibiza sin haber salido de fiesta sería imperdonable». El Govern debe mostrarse flexible y establecer condiciones para que el ocio nocturno legal pueda abrir y, al menos, se frenen estas fiestas ilegales en casas y villas de campo antes de que sea demasiado tarde y ocurra una desgracia. En paralelo, ayuntamientos y Consell d'Eivissa deben poner todos sus esfuerzos en frenar estas actividades ilegales en casas y villas de campo.