Obviamente, la abstención del exintegrante de Podem Eivissa no se debe a una discrepancia con el fondo de la declaración institucional, sino con otros aspectos que si bien a él deben parecerle sustanciales y de gran importancia (como no disponer de un despacho propio ni otros medios para llevar a cabo su labor), al conjunto de la ciudadanía le resultarán poco relevantes para justificar una medida tan drástica como es la adoptada por Aguilera.
Oportunismo
Él optó por actuar con un más que evidente y censurable oportunismo político. Porque además de calificar la declaración institucional de «postureo nacional contra la violencia machista», sacó a pasear sin venir a cuento el 20-N y a los «herederos» de Franco, además de su listado de reivindicaciones personales como miembro del Grupo Mixto. Esta conducta retrata al personaje, alguien que está en la Cámara balear gracias a Podemos. Y que, para sonrojo de muchos docentes, fue un destacado miembro de la conocida como «marea verde».
Las ocasiones en que Aguilera ha logrado avergonzar a sus electores superan con mucho lo razonable. Y aunque él parezca no ser consciente del cargo de representación ciudadana que ostenta -bien es verdad que en virtud de su inclusión en la lista de Podem, algo que él despreció al negarse a entregar el acta de diputado y pasar al Grupo Mixto-, su actitud pueril no es razonable y está fuera de lugar.
Burlas y faltas de respeto
Pero para ser justos con Aguilera, tampoco son apropiadas ni admisibles las burlas constantes que desde la bancada socialista y la de sus excompañeros de Podem se lanzan contra el díscolo diputado.
El presidente del Parlament, Baltasar Picornell, las consiente, lo cual es deplorable, porque si bien la crítica política es siempre procedente, si se incurre en befa personal deja de serlo. Y tampoco estaría de más buscar una solución a las peticiones de mejores medios que tanto Aguilera como otras diputadas del Grupo Mixto hacen desde hace tiempo, pero eso a Picornell ni a Podem les interesa en absoluto