Hace tiempo que denunciamos que el Consell de Formentera ha entrado en una deriva peligrosa, que parece gobernar de espaldas a la realidad y que la mayoría absoluta de Gent per Formentera ha convertido el gobierno en un equipo de personas que muchas veces pierden el sentido común. Sin embargo, últimamente están cruzando líneas difíciles de entender y de comprender. Este periódico informaba ayer que en el documento de presentación de los presupuestos para el próximo ejercicio se justifica que las expectativas económicas están por debajo del 3 por ciento debido, dicen, a la corrupción y al conflicto catalán. No conformes con estas consideraciones, en el documento, presentado por el presidente Jaume Ferrer y el conseller Bartomeu Escandell, se afirma que dichos elementos (la corrupción y el conflicto catalán) ponen en cuestión «la validez del régimen del 78».

Se llama Constitución. Sorprende la deriva del gobierno insular de Formentera cuando a la Constitución del 78 le llaman «régimen» como si fuese una dictadura. ¿No saben Ferrer y Escandell que la Constitución fue apoyada mayoritariamente por todos los ciudadanos y que el año que viene cumplirá 40 años de vigencia? Mientras la mayoría de países se muestran orgullosos de sus constituciones aquí hay una serie de políticos que, al amparo de la Constitución y en instituciones creadas gracias a la misma Constitución, cuestionan permanentemente la Carta Magna. No parece que ese sea el papel de un gobierno como el de Formentera elegido por los ciudadanos y que representa a todos, no solo a los militantes de Gent per Formentera, afines parece al soberanismo catalán.

Innecesario. Pero lo más preocupante y sorprendente es que digan que la corrupción y el conflicto catalán limitarán el crecimiento económico. ¿Se refieren a la corrupción del PP que se juzga ahora y que ocurrió hace más de diez años? ¿Cree Escandell que el problema catalán perjudicará la llegada de turistas a Formentera el próximo año? Sin duda, la política del Consell no puede ser más errónea y desnortada. Un auténtico despropósito.