Negociación. Barceló se ha reunido en un par de ocasiones con los hoteleros de Eivissa y Formentera, pero ha sido un mero paripé. Si los hoteleros son los que tienen que recaudar la ecotasa, ¿no hubiese sido mejor alcanzar un acuerdo de mínimos y que el nuevo impuesto se aplique con la mayor normalidad posible? No ha sido así. El texto definitivo incluye algunas ligeras modificaciones, pero que no cambian el espíritu de la ley que supone una mayor carga fiscal al sector turístico. Los hoteleros, a diferencia de los profesores, no harán manifestaciones, ni huelgas, pero la ley arranca con mal pie, igual que la primera versión del impuesto.
El error. El nuevo Govern hubiese podido hacer un esfuerzo para que la sociedad entienda la necesidad de un impuesto que mejore las infraestructuras medioambientales, pero no ha habido ninguna voluntad de aplicar la nueva ecotasa con el mayor consenso posible. Una ecotasa en estas condiciones, sin negociación, está condenada al fracaso, igual que la que se aprobó con el primer Pacte de Progrés. Y es más que probable que si la izquierda deja el poder la ecotasa sea derogada. Una vez más los políticos no están a la altura de las circunstancias, piensan a corto plazo, y no hacen ningún intento de consenso. Exactamente lo mismo que Biel Barceló y sus compañeros de gobierno reprochaban a Bauzá con el TIL. De momento, la ecotasa es una imposición del Govern de izquierdas. Y no hace falta recordar cómo acabó el TIL.
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