Elimina las huellas del humo de tus paredes
Preparación: Protege tu espacio y a ti mismo. Antes de iniciar el proceso de limpieza, es importante preparar adecuadamente la habitación. Retira los muebles o ponles encima un plástico protector. También cubre el suelo para evitar manchas de agua o productos de limpieza. Usa guantes de goma y una mascarilla para proteger tu piel y tus vías respiratorias.
Limpieza inicial: Despídete del polvo y el hollín. Comienza pasando un trapo seco por las paredes para eliminar el exceso de hollín y polvo. Este primer paso facilitará la limpieza posterior.
Mezcla: Tu arma secreta contra el humo del tabaco. La clave para una limpieza efectiva está en la mezcla de agua caliente, vinagre blanco y detergente líquido. El vinagre blanco tiene propiedades que ayudan a disolver la grasa y los residuos del humo del tabaco, mientras que el detergente ayuda a eliminar la suciedad.
Limpieza profunda: Manos a la obra. Sumerge una esponja en la mezcla de limpieza y frota las paredes de arriba a abajo. Es importante cambiar el agua con frecuencia para evitar redistribuir la suciedad. Si las manchas son persistentes, puedes usar una esponja de melamina, también conocida como borrador mágico, para abordar las áreas más difíciles.
Enjuague y secado: El final está a la vista. Una vez que hayas terminado de limpiar, es hora de enjuagar las paredes con agua limpia. Utiliza un trapo limpio y seco para secar las paredes y eliminar cualquier residuo que haya. Deja que las paredes se sequen completamente antes de pasar al último paso.
Pintura: El toque final. Si después de todo el proceso todavía puedes ver manchas o percibir el olor a tabaco, una capa de pintura puede ser necesario. Antes de esto, aplica una capa de imprimación, que ayudará a quitar cualquier olor remanente y te permitirá obtener un resultado de color más uniforme.
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