Cepillo manual
Es el cepillo más común y es el recomendado, tanto para los niños, para que adquieran el hábito de la limpieza bucal y lo aprendan de forma sencilla, como para quienes se acaben de realizarse recientemente una cirugía bucal, ya que permite acceder a zonas delicadas sin la agresividad de un cepillo electrónico. También es muy conveniente su utilización en los viajes (no necesita de baterías ni pilas) y destaca por ser la opción más económica. Se deben de desechar cada tres o cuatro meses, aproximadamente.
Cepillo de bambú
Este cepillo se ha puesto de moda en los últimos años, al estar hecho de un material biodegradable y no de plástico, como los primeros. Sin embargo, los especialistas advierten de que las cerdas de bambú se deben de desechar cada dos semanas, al albergar las bacterias con mayor facilidad. Teniendo esto en cuenta, reduce su principal ventaja medioambiental: en lugar de tres o cuatro cepillos comunes al año, se tendrían que utilizar 24.
Cepillo eléctrico
Debido a su mayor rendimiento, son capaces de eliminar la placa bacteriana en mucha mayor medida que los manuales. Además, muchos de los cepillos cuentan con un temporizador de 2 minutos, lo que ayuda al usuario a cepillarse el tiempo recomendado. El cepillo no es necesario cambiarlo cada cuatro meses, tan solo el cabezal. Eso sí, también tiene contraindicaciones a tener en cuenta. Por ejemplo, no se recomienda a personas con encías sensibles con brackets, debido a que la agresividad del cepillo rotatorio puede acarrearles molestias.
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