En primer lugar, hay que distinguir entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente, ya que se aplican a alimentos diferentes y no significan lo mismo.
Como explica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la fecha de caducidad «se aplica a alimentos muy perecederos, como carne fresca, pollo o pescado». Quiere decir que no deberían consumirse pasada esta fecha porque puede «haber presencia de bacterias patógenas».
Por otro lado, la fecha de consumo preferente hace referencia a aquellos productos que «pueden perder cualidades organolépticas», pero que es poco probable que causen una intoxicación alimentaria si se ingieren. Pueden perder su olor, sabor o sus propiedades nutricionales, pero no suponen un riesgo para la salud.
De esta manera, los alimentos no percederos como el arroz pueden estar bastante tiempo en la despensa sin descomponerse, salvo que manipulen de forma incorrecta. De hecho, como añade la OCU, no hay problema si se consume arroz, pasta o legumbres si se ha pasado la fecha de consumo preferente que indica el envase. «Puede que estén más secas y tarden más en cocer o se altere un poco el sabor, pero poco más», aclara.
Por tanto, el arroz blanco crudo podría conservarse durante años si se mantiene en un lugar fresco y seco, alejado de la humedad, de los productos de limpieza y de la luz directa del sol. Lo más recomendable es guardarlo en recipientes de cristal libres de oxígeno y sin contacto directo con el suelo para evitar la entrada de suciedad, insectos o microorganismos.
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