Sin embargo, se trata también de una iniciativa no exenta de retos: supondrá un gasto extra a nivel económico y una dedicación doble, sobre todo los primeros meses, ya que ambos perros necesitarán que se les ayude con la integración; por supuesto, con la educación (no esperemos que sea el perro veterano quien se ocupe de recién llegado, al contrario, el primero podría llegar a manifestar de nuevo una 'conducta de cachorro') y también buscarán nuestro cariño de forma individual.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de introducir un nuevo perro en el hogar, ya sea éste adulto o cachorro? Antes de detenernos en las distintas fases del proceso de presentación de ambos perros, los expertos recomiendan tener en cuenta algunos aspectos para que la llegada de este nuevo miembro de la familia sea todo un éxito:
Lo primero sería analizar qué tipo de perro tenemos. Nadie mejor que nosotros conoce a nuestra mascota, sabe cómo socializa con otros canes en el parque o cuando los amigos con perro vienen a casa y cómo es su comportamiento y carácter con ellos. Busquemos, por tanto, un perro que se amolde a él, que pueda congeniar por tipo de personalidad y hacerle sentir fácilmente a gusto. También conviene desterrar mitos como que los cachorros son la mejor opción (si el perro es muy tranquilo la actividad frenética de un chiquitín podría resultarle contraproducente) o que las hembras siempre son más dóciles.
Evitar los conflictos. Antes de la llegada a casa de la segunda mascota seamos conscientes de que para la primera puede suponer una ‘invasión de su territorio'. Prepara el terreno y anticípate a cualquier conflicto poniendo a disposición de cada uno sus propios objetos personales: boles de comida, camas, juguetes... y habilitando una zona concreta para cada can. Si el perro veterano se siente intimidado podría manifestar un comportamiento agresivo aunque no sea propio de su carácter.
Mas allá del desdoble material hay que prepararse y ser consciente de que a partir de ahora habrá que multiplicar nuestro amor: cada perro necesitará sus atenciones personales, sus mimos, sus caricias y sus ratos de juego individual.
Dicho esto, ¿qué pasos debemos dar para introducir al nuevo perro?
Cuando hablamos de primer encuentro entre los dos perros debemos optar por elegir un terreno neutral - como puede ser un parque o un espacio abierto donde ambos canes se puedan mover con libertad-. Por un lado, nos va a proporcionar el ambiente idóneo para que se distraigan y al estar fuera de casa conseguiremos que el perro que ya vive con nosotros se olvide de ‘marcar territorio' y no esté pendiente de que invadan lo que considera su espacio.
No vendría mal que contáramos con la ayuda de otra persona y se recomienda que los dos perros lleven la correa colocada por si hubiera que separarlos o corregir alguna tendencia negativa. Dejaremos que se vean pero que todavía no se acerquen. A continuación, iniciaremos la marcha juntos aunque separados a una distancia de dos metros, de esta manera pueden llegar a olerse sin estar en contacto estrecho.
Este segundo siempre paso va a depender del resultado del primero. Lo importante es no apresurarse y saltar a la siguiente etapa solo cuando estemos convencidos de que ambos perros están preparados. Si estos primeros paseos juntos han ido bien podemos proceder a un acercamiento de las mascotas, bien utilizando correas largas para que puedan aproximarse o, si están muy tranquilos, dejándoles sueltos. Una vez más, volveremos a hacerlo en espacios abiertos y, en esta ocasión, podemos dejar que se olfateen o jueguen juntos durante unos minutos.
Lo ideal es que esta aproximación se realice con la menor interferencia posible por parte de los humanos aunque debemos estar pendientes por si la situación se tensa y los perros se pelean. En ese caso, intentemos llamar su atención y separarlos con suavidad.
Y por fin llegó el momento para que el nuevo perro conozca su hogar. Si es posible, dejemos que los dos canes se saluden en la entrada, patio, puerta del edificio o jardín de la casa. Una vez que se cruce el umbral habrá que estar muy atento a sus reacciones: el recién llegado tendrá una actitud muy curiosa y lo olisqueará todo; mientras el veterano se mantendrá alerta y vigilando las reacciones del “invasor”.
Un buen sistema puede ser dejar que el perro de la casa entre primero y sin correa, y que el nuevo lo haga con la correa puesta y visitando habitación por habitación; a la vez que se le enseña dónde están sus cosas. En cualquier caso, habrá que acompañarles en todo momento y lo ideal es que las interacciones entre ellos sean cortas. Si se produjese alguna situación de tensión, lo mejor es parar y volver a intentarlo más tarde o al día siguiente (nunca hay que presionarles para que se acepten). Si, por el contrario ambos perros parecen cómodos juntos, podemos dejarlos sueltos pero no solos.
Durante los primeros días si tenemos que ausentarnos de casa en determinados momentos, se recomienda que los perros estén en espacios separados para evitar peleas o comportamientos negativos. Una vez en casa, volvamos a juntarlos para que se sigan acostumbrando a la presencia del otro y siempre bajo nuestra supervisión. También resulta fundamental enseñarle al nuevo perro las costumbres de la casa y los horarios del primero para que empiece a respetarlos.
¿Cuándo sabremos que la convivencia pacífica se ha convertido en un hecho? Cuando el perro veterano deje de estar pendiente de lo que hace el nuevo, no le siga en todo momento y le permita hacer, sencillamente, su vida nos estará diciendo de una forma indirecta que acepta su presencia. En general se recomienda paciencia, el proceso de adaptación suele ser sencillo, instintivo y natural pero depende también de los caracteres de ambos animales y de las circunstancias en las que llegue el nuevo perro (no es lo mismo un cachorro que un perro adoptado en edad adulta).
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