Imagen de recurso. | Colin Behrens from Pixabay

Un grupo de investigadores de la Universidad Rutgers-New Brunswick (Estados Unidos) ha descubierto que realizar ejercicio físico activa las células del cerebro especializadas en la respuesta a la insulina, lo que se relaciona con una mejor función cerebral y una reducción del riesgo de demencia, un descubrimiento que podría servir para desarrollar terapias dirigidas para contrarrestar o prevenir esta afección.

«Creemos que este trabajo es importante, porque sugiere que el ejercicio puede funcionar para mejorar la cognición y la memoria al mejorar las capacidades de la insulina para actuar sobre el cerebro», ha afirmado el autor principal del estudio, Steven Malin, profesor asociado en el Departamento de Kinesiología y Salud en la Escuela de Artes y Ciencias de Rutgers.

El estudio, publicado en la revista 'Aging Cell', se ha centrado en el análisis de las vesículas extracelulares neuronales que transportan varias proteínas implicadas en la sensibilidad a la insulina, entre ellas la 'Akt'; esta sensibilidad es una respuesta del cuerpo a la insulina y que, en caso de ser baja, como en los pacientes con diabetes, puede llegar a tener efectos negativos en la cognición.

Los científicos han estudiado estas vesículas de 21 voluntarios con una edad media de 60 años y prediabetes, quienes han realizado doce sesiones de ejercicio de 60 minutos cada una, supervisadas y repartidas en dos semanas, y con una intensidad moderada o alta; los participantes ingirieron una bebida con glucosa antes y después del entrenamiento, y los investigadores recogían muestras de sangre antes y durante la ingesta de la bebida, al inicio y al final del entrenamiento.

Estas muestras han indicado que el número de vesículas neuronales que transportan proteínas implicadas en la sensibilidad a la insulina aumentó después de cada entrenamiento, siendo la Akt la más notable.

«Mostramos por primera vez que el ejercicio afecta a la señalización de insulina de las vesículas extracelulares neuronales en relación con las mejoras clínicas del azúcar en sangre. Y utilizamos estas vesículas extracelulares neuronales como un indicador de la sensibilidad a la insulina del cerebro. Por lo tanto, el ejercicio es potencialmente capaz de mejorar la capacidad del cerebro para responder a la insulina para la función neuronal», ha explicado Malin.

Tras ello, ha recordado que las personas con prediabetes «corren el riesgo» de tener niveles insuficientes de insulina en sus cuerpos, especialmente en el cerebro, lo que aumenta las posibilidades de desarrollar enfermedades de demencia como el Alzheimer, y es que la insulina también desempeña un papel «crucial» en la formación de la memoria, la evocación, la velocidad de procesamiento y el funcionamiento de las sinapsis, estructuras que permiten que las células cerebrales se comuniquen entre sí.

«Si la insulina es insuficiente en el cerebro, eso significa que no sólo las células cerebrales se volverán potencialmente disfuncionales, sino que también pueden dejar de interactuar entre sí adecuadamente. Es como jugar al teléfono con un amigo. En algún momento, el mensaje se pierde cuando el cerebro se vuelve resistente a la insulina», ha añadido.

A partir de ahora, los investigadores buscarán examinar si una única sesión de ejercicio puede mejorar la capacidad de la insulina intranasal para apoyar la salud cognitiva en adultos mayores con obesidad, midiendo el flujo sanguíneo cerebral y las vesículas extracelulares neuronales; además, planean realizar un estudio de entrenamiento físico a largo plazo que evalúe las mejoras de la sensibilidad a la insulina cerebral en relación con la cognición en adultos mayores.

El estudio ha sido realizado en colaboración con el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de los Institutos Nacionales de Salud del país, y en él han participado científicos como Michal Beeri, director del Centro de Investigación del Alzheimer Herbert, y Jacqueline Krieger Klein en la Facultad de Medicina Rutgers Robert Wood Johnson; y Daniel Battillo, candidato a doctorado en el programa de posgrado de kinesiología y fisiología aplicada. Entre los científicos del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento del Instituto Nacional de Salud que participaron en el estudio se encuentran Dimitrios Kapogiannis, Maja Mustapic y Francheska Delgado-Peraza.