Nuevo año, nueva perspectiva: olvida la lista de objetivos y enfócate en ‘ser’.

Enero llega y, con él, la avalancha de mensajes sobre nuevos comienzos, listas de objetivos y planes de acción interminables y agotadores. En redes sociales, revistas, incluso en conversaciones con amigos, parece que todos compiten por quién tiene la lista más ambiciosa para el año nuevo. «Define tus metas», «crea un plan», «organiza tu vida». Pero, seamos honestos, ¿no estás un poco harto de todo eso?

Detrás de la motivación inicial aparece una sensación de presión que puede resultar estresante. Esa voz que te dice: «deberías estar haciendo más», «no pierdas el tiempo», «¿cómo puedes avanzar si no tienes un plan?». Y mientras tanto, tú ya estás agotado, con la mente llena de tareas pendientes y la sensación de que nunca llegas a todo.

¿Cuántas veces has empezado el año con mil objetivos y, a mitad de camino, te has sentido perdido, desconectado o simplemente cansado? Es como si la lista de propósitos se convirtiera en una carga en lugar de un impulso.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Seguimos acumulando metas, planes y tareas o buscamos una forma diferente de comenzar el año?

Vivimos en una sociedad que nos empuja a hacer. Si no estás constantemente ocupado, parece que algo estás haciendo mal. Más trabajo, más logros, más acción. Y en medio de esta vorágine, pocas veces nos detenemos a preguntarnos: ¿todo este hacer me está llevando realmente a donde quiero estar?

Nos han enseñado a buscar resultados externos para sentirnos realizados, pero ese enfoque tiene un límite. Por mucho que logres, siempre habrá algo más por hacer, algo más que alcanzar. Es una rueda que nunca para.

Es normal que te sientas agotado si te valoras en función de cuánto haces o en cuántos objetivos marcas como cumplidos.   

Dale la vuelta: deja de hacer tanto y empieza a ser.

Como coach espiritual te propongo un enfoque diferente. En lugar de enfocarte en el ‘hacer’, te invito a conectar primero con el ‘ser’.

¿Qué significa esto? Significa que antes de ponerte a planificar acciones o fijarte metas, te tomes un tiempo para mirar hacia dentro, para preguntarte quién eres realmente y qué deseas desde lo más profundo de tu ser.

En lugar de hacer una lista interminable de objetivos y planes de acción, este año, te propongo enfocarte en preguntas como:

¿Cómo quiero sentirme en mi día a día?

¿Qué me hace feliz de verdad?

¿Qué puedo soltar para vivir más pleno y en equilibrio?

Cuando te enfocas en ser, descubres que muchas de esas metas que antes parecían fundamentales dejan de tener sentido. Y, al mismo tiempo, otras surgen de forma natural, sin esfuerzo.

Ser primero, hacer después

El coaching tradicional pone mucho énfasis en el hacer: metas, tareas, acciones. Y aunque puede funcionar, muchas veces te desconecta de ti mismo y te lleva a perseguir cosas que realmente no necesitas ni llenan tu Alma.

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El coaching espiritual, en cambio, te invita a invertir el orden. Primero, te enfocas en Ser: conectar con tu esencia y con lo que realmente da sentido a tu vida. Desde ahí, el hacer se convierte en una extensión natural de tu energía y no en una obligación. Y, al final, eso te lleva a tener lo que realmente tu Alma desea y necesita para crecer y evolucionar.

Por ejemplo, en lugar de plantearte como objetivo: «Quiero ahorrar X cantidad de dinero este año», podrías enfocarte en: «Quiero sentirme abundante y confiado». Desde esa energía, tus acciones serán más conscientes y alineadas, y los resultados vendrán de forma más fluida y natural.

El poder de parar y escuchar

Para conectar con tu ser, necesitas parar. Algo tan sencillo como dedicar unos minutos al día a meditar, respirar profundamente o simplemente estar en silencio, marcará una gran diferencia.

Te invito a probar este ejercicio:

1. Cierra los ojos y respira profundamente durante un minuto.

2. Pregúntate: ¿Qué es lo que mi Alma necesita en este momento?

3. Escucha sin juicios. Deja que la respuesta llegue, aunque no sea de forma inmediata. Puede aparecer después de la meditación o a lo largo de los días siguientes en forma de una idea, pensamiento, lectura o incluso comentario de otras personas. Estate atento a las señales…

Este pequeño hábito te ayuda a reconectar contigo mismo y a tomar decisiones desde un lugar más auténtico.

Cuando dejas de obsesionarte con hacer y empiezas a centrarte en ser, algo mágico ocurre: el peso de las expectativas se aligera y empiezas a disfrutar más del camino. Te das cuenta de que no necesitas llenar tu agenda para sentirte valioso, ni cumplir con mil tareas para estar en paz contigo mismo.

Además, cuando estás alineado con tu ser, las oportunidades llegan de forma más natural, se dan sincronicidades, aparecen personas...Dejas de empujar, empiezas a fluir y sucede la magia.

Un nuevo año, una nueva perspectiva

Este año, te invito a hacer algo diferente. Olvídate de las listas de tareas interminables y las metas rígidas. En su lugar, dedica tiempo a conocerte, a conectar con tu esencia, y deja que el resto fluya.

Recuerda: no se trata de cuánto haces, sino de cuánto eres. Y desde ahí, descubrirás que la verdadera transformación no empieza en una lista de propósitos, sino en tu conexión contigo mismo.

¿Estás listo para darle la vuelta a tus propósitos y comenzar el año desde una perspectiva más elevada? La puerta está abierta. Atrévete a cruzarla.

Puedes ver aquí el vídeo inspirado en este artículo: https://youtube.com/shorts/aDphFJj1Mn8?si=Rb0vDxop9U1qrZrQ

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¡Feliz 2025 y abrazo del Alma!