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Durante casi diez años, Carmen se encargó del cuidado de una pareja de ancianos en Zaragoza. Desde 2010 hasta 2019, trabajó sin contrato, en una situación de absoluta precariedad. Solo en dos ocasiones fue dada de alta en la Seguridad Social.

Su rutina diaria implicaba esfuerzo físico constante, pero en una de esas jornadas todo cambió. Un día, al intentar levantar a la mujer a la que atendía, sufrió una grave lesión en la espalda. Los médicos confirmaron que tenía una vértebra rota y la operaron de urgencia. Sin embargo, la intervención salió mal, dejándola parapléjica con tan solo 37 años. "Me dijeron que era un procedimiento sencillo, pero mi vida cambió para siempre", lamenta.

Ahora ha denunciado tanto a la familia que la tuvo trabajando sin contrato como al médico que la operó, alegando negligencia. Mientras sus antiguos empleadores rechazan cualquier responsabilidad, su caso pone sobre la mesa la vulnerabilidad de miles de trabajadoras del hogar que siguen desempeñando su labor sin los derechos más básicos.