Según el simulador de la factura de la electricidad de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), con respecto a marzo de 2020, cuando se declaró el estado de alarma, el recibo experimenta también una subida importante, en este caso del 16,2%, puesto que entonces fue de 47,52 euros.
De esta manera, el recibo vuelve a subir con fuerza después de la tregua experimentada en febrero, cuando bajó tras el fuerte incremento provocado por la borrasca Filomena y la ola de frío en enero.
Los factores que explican la subida de marzo son la caída de la producción eólica que ha tenido que ser cubierta en gran parte por los ciclos combinados de gas, materia prima que sigue disparada y que además debe compensar sus emisiones con los derechos del CO2 en máximos.
En cuanto a la evolución del coste de la electricidad con respecto al año pasado, la subida se explica también porque el año pasado se produjo una fuerte caída de la demanda como consecuencia de las medidas aplicadas tras la declaración del estado de alarma.
Así, en marzo la electricidad volverá a subir tras el descenso de febrero, que rompió con dos meses de incrementos que acabaron con 19 meses de descensos tras subir por última vez en abril de 2019.
Dicha evolución del precio de la luz se corresponde con la factura de un consumidor medio con una potencia contratada de 4,4 kilovatios (kW) y una demanda anual de 3.900 kilovatios hora (kWh).
Estas oscilaciones en el precio de la electricidad se producen básicamente por las variaciones en el coste de producción, que se incrementa cuando hay poca aportación de fuentes de generación renovable como el agua y el viento y mucha de fuentes fósiles más caras, especialmente el gas o el carbón. También se ve afectado por otros factores como el precio del petróleo.
2 comentarios
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Y quereis coches electricos!!!!!
El gobierno es a la vez pirómano y bombero. Carga la factura de la lux con muchos impuestos o peajes, pero luego tiene que subsidiar a las familias vulnerables. Por el coste de la energía, las empresas se deslocalizan a países de energía más económica, como Francia, etc.