El depósito, que permanecía inactivo, está siendo analizado por las autoridades judiciales galas tras la operación desarrollada este miércoles por la Dirección General de Seguridad Interior francesa (DGSI), que ha contado con la colaboración de la Guardia Civil.
El escondite utilizado por la veintena de terroristas que continúan al frente de ETA se hallaba en una zona boscosa del departamento de Oise. Las armas estaban enterradas en el interior de bidones.
Los investigadores de las fuerzas de seguridad francesa y española consideran, según las citadas fuentes, que se trata del arsenal con el que la banda terrorista estaría tratando de persuadir a los gobiernos de ambos países para escenificar un nuevo proceso de negociación.
Este martes, el ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, volvió a cerrar la puerta a cualquier posibilidad de negociación, subrayando que la política en este sentido de Francia está «alineada» con la del Gobierno. «Deben entregar las armas y certificar su defunción haciendo pública su disolución. ETA es una cadáver al que solo le falta expedir su certificado de defunción», aseguró.
La última vez que se consiguió incautar un importante arsenal de ETA fue el 28 de mayo de 2015. La banda custodiaba en Biarritz, ciudad del suroeste de Francia situada a unos 30 kilómetros de la frontera con el País Vasco, 19 revólveres, siete pistolas, más de mil cartuchos de distintos modelos, 3,2 kilos de pentrita y temporizadores artesanales.
VERIFICADORES INTERNACIONALES
En un posterior comunicado, los terroristas calificaron esta operación policial como un «ataque» y criticaron que las fuerzas de seguridad «golpearan el proceso de sellado» de su arsenal, al considerar que impedía su estrategia de negociación diseñada tras la derrota policial y el anuncio, el 20 de octubre de 2011, del fin de la violencia.
ETA reconoció en ese comunicado que se había «atacado el proceso para dejar fuera de uso operativo» el arsenal que mantenía tras su derrota policial, según había acordado con la Comisión Internacional de Verificación. Se trata de un proceso que se desacreditó a sí mismo al ser ignorado por España y Francia y después de episodios como la declaración de integrantes de esta comisión en la Audiencia Nacional.
En sede judicial, reconocieron que los etarras se habían llevado en cajas de cartón las mismas armas que los terroristas habían escenificado que entregaban ante la Comisión Internacional de Verificación.
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