El embajador ruso ante la ONU, Vassily Nebenzia, escuchó impertérrito las declaraciones de los países miembros del Consejo, que en su mayoría condenaron el atentado contra la integridad territorial y la soberanía de Ucrania, con las notables excepciones de China e India, se que limitaron a genéricos llamamientos a la diplomacia. La sesión terminó sin ningún acuerdo y sin que el bloque de los países aliados de Estados Unidos anunciara las nuevas sanciones contra Rusia que hoy prometieron desde sus respectivas capitales y que supuestamente se concretarán en las próximas horas.
En realidad, la sesión del Consejo, convocada con una premura inhabitual -con solo dos horas de antelación- y en horario nocturno, algo que solo sucede en vísperas de grandes conflictos, no ha servido para avanzar un ápice en el problema, ya que Rusia negó que el reconocimiento de Donestk y Lugansk o el envío de tropas suplementarias suponga un cambio cualitativo sobre el terreno. El embajador ruso lamentó que ninguno de los intervinientes se acordase de la población civil de Donbas, que cifró en cuatro millones de personas, de los que 60.000, en su mayoría mujeres y niños, han huido como refugiados hacia Rusia en los últimos días huyendo -afirmó- de los bombardeos del ejército ucraniano. Es para proteger a esa población -sostuvo Nebenzia- que Rusia va a enviar soldados en lo que llamó «misiones de paz», al tiempo que denunció al gobierno ucraniano por «infiltrar a grupos subversivos en Donbás para sabotear las infraestructuras» civiles. Pero el tono del embajador ruso no fue belicoso, sino que, como viene siendo habitual en los últimos debates en el Consejo de Seguridad, trató de rebatir las acusaciones que le llovían desde Estados Unidos, respaldadas en bloque por Reino Unido, Francia, Noruega, Irlanda y Albania.
«Putin está poniendo a prueba el sistema internacional y viendo hasta dónde puede presionar a la ONU», dijo la embajadora estadounidense, Linda Thomas-Greenfield, y añadió que el reconocimiento de Putin de las dos repúblicas viola el derecho internacional y no es sino el preludio para una invasión, lo que fue negado por el ruso.
China, India y los Emiratos Árabes, aliados de Rusia en otros conflictos, así como Brasil, evitaron criticar a Moscú y se limitaron a genéricos llamamientos a las negociaciones; el embajador chino fue quien se mostró más reacio a romper su tradicional alineamiento con Moscú al recordar que el conflicto en Ucrania era «resultado de muchos factores complejos». Pero otros países que en los pasados días se mostraron equidistantes hoy se desmarcaron de Rusia, en desacuerdo claro con el reconocimiento unilateral de esas dos repúblicas del este de Ucrania porque consideraron que es la ruptura de un pilar del orden mundial como es la soberanía y la integridad de los estados miembros de la ONU. Así, México, Gabón, Ghana y Kenia tuvieron hoy, con matices, palabras de condena contra lo que consideraron un atentado contra las fronteras internacionalmente reconocidas de Ucrania, subrayando que supone además una violación de los Acuerdos de Minsk de 2015 cuya primacía ha sido reclamada por Moscú como base para cualquier solución en Ucrania.
El representante de Ucrania en la ONU, Sergiy Kyslytsya, que había sido invitado a esta sesión extraordinaria, también tomó la palabra y, en un tono mesurado, reclamó el derecho de su país «a la autodefensa individual y colectiva», y aunque dijo apostar por la vía diplomática, también proclamó: «No tenemos miedo a nada ni a nadie, ni vamos a ceder nada a nadie». «Las Naciones Unidas están enfermas de un virus, el virus del Kremlin -dijo-; ¿sucumbirán a este virus? De ellas depende», concluyó.
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