Además, las aguas contaminadas están relacionadas con la transmisión de enfermedades como, por ejemplo, la cólera, disentería, hepatitis A, fiebre tifoidea y poliomelitis. De hecho, casi 240 millones de personas padecen esquistosomiasis, una enfermedad grave y crónica provocada por lombrices parasitarias contraídas por la exposición a agua infestada.
Esto se debe, principalmente, a una gestión inadecuada de las aguas residuales urbanas, industriales y agrícolas. «Al menos 1.800 millones de personas usan fuentes de abastecimiento de agua para beber que están contaminadas con materias fecales. Una proporción considerable de agua corriente está contaminada, especialmente cuando el abastecimiento es intermitente o el tratamiento es inadecuado e, incluso, cuando la fuente es buena, el agua puede contaminarse durante el transporte o el almacenaje», ha explicado la OMS.
Beneficios de tratar el agua
Ante ello, el organismo ha recordado que cuando el agua está tratada y es accesible para toda la población se obtienen importantes beneficios a nivel sanitario y económico.
En concreto, al tener agua en buenas condiciones, las personas gastan menos tiempo y esfuerzos en recogerla físicamente, lo que conlleva que sean más productivos en otras áreas; mejora la seguridad personal, porque reduce la necesidad de hacer viajes largos o peligrosos para recoger agua; reduce el gasto sanitario, porque hay menos posibilidades de enfermar; y están en mejores condiciones para permanecer económicamente productivas.
Asimismo, el acceso por parte de los niños a aguas potables ahorra tiempo del que pasan recogiendo agua, mejora su salud (361.000 menores de cinco años mueren por las condiciones del agua) y aumenta el índice de asistencia a la escuela.
Con el fin de reducir el índice de muertes y mejorar las condiciones de sanidad de la población, la OMS está promoviendo prácticas eficaces de evaluación y gestión de riesgos entre todos los grupos, incluidos los proveedores de agua potable, las empresas de tratamiento de aguas residuales, los agricultores, las comunidades y los particulares.
Además, junto a UNICEF, está llevando a cabo un programa de acción mundial para acabar con las muertes infantiles prevenibles por neumonía y diarrea para 2025 y espera que en 2030 haya un acceso universal de agua en todos los centros sanitarios y hogares del mundo.
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