Alasania explicó que el Gobierno asignó menos de 200 millones de grivnas (unos 7 millones de euros) para el presupuesto de Eurovisión, cuando son necesarios 1.200 millones (más de 40 millones de euros).
Explicó que solo contratar al productor del festival de la canción cuesta 10.000 euros mensuales, sueldo que el Gobierno considera desorbitado, pese a que el especialista extranjero en cuestión rebajó a la mitad sus honorarios.
«Superar la resistencia de los burócratas es muy difícil. Pero ahora estamos desesperados. No seríamos capaces de organizar Eurovisión en 2017», señaló a medios locales.
El director de la NTU negó que su dimisión sea un chantaje, expresó su esperanza de que esta atraiga la atención sobre los problemas que afronta la televisión pública y adelantó que no reconsiderará su decisión.
«La NTU debe estar encabezada por alguien más flexible, capaz de alcanzar compromisos y de arreglárselas ante los distintos intereses enfrentados», agregó.
El Gobierno, que espera ingresar más de 600 millones de grivnas (más de 20 millones de euros) con el festival, aceptó inmediatamente la dimisión de Alasania.
La Unión Europea de Radiodifusión (UER), organismo supervisor del festival, reconoció que está al tanto de los problemas presupuestarios de la 62 edición de Eurovisión, pero espera que sean resueltos.
El Centro Internacional de Exposiciones de Kiev fue elegida en septiembre pasado sede del certamen musical que tendrá lugar del 9 al 13 de mayo de 2017 tras un concurso en el que también participó la ciudad de Odessa (mar Negro).
La necesidad de contar con unas instalaciones modernas, como un recinto para 10.000 espectadores, o un centro de prensa para más de 1.500 periodistas inclinaron la balanza del lado de Kiev.
La LXII edición de Eurovisión se celebrará en Ucrania por segunda vez en su historia, ya que en 2005 este país ya acogió el popular certamen, aunque se encuentra sumida en una profunda crisis económica.
Ucrania logró la victoria en mayo con «1944», una canción en la que la cantante Jamala hacía referencia a la deportación de los tártaros de Crimea durante la Segunda Guerra Mundial.
Jamala superó en el festival a la gran favorita, el cantante de Rusia Serguéi Lázarev, país que se anexionó Crimea en 2014 y denunció el resultado, aduciendo que el tema ucraniano era claramente político.
Tras el festival, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, incluso sugirió la posibilidad de no participar en la próxima edición debido a la politización de Eurovisión y el hecho de que el festival se ha convertido en una tribuna para la minoría homosexual.
Por el momento, un total de 43 países concursarán en Eurovisión 2017 igualando el máximo registro histórico de participantes del festival alcanzado en 2008 y 2011, según han anunciaron esta semana sus responsables.
Además de los portugueses, que no compitieron por motivos presupuestarios en la edición del presente año, la lista de aspirantes a la victoria incluirá también a Rumanía, expulsada del festival en 2016 por la elevada deuda de su televisión pública.
Además, Australia ha obtenido permiso para participar por tercer año consecutivo en el mismo, tras el segundo lugar cosechado en su última participación.
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