El trabajo, publicado en la revista científica Nature Communications, examina las muestras de tejidos de un grupo de demonios de Tasmania de tres lugares de la isla tomados durante un período de 17 años.
Los investigadores lograron identificar los cambios genéticos asociados a la lucha contra el cáncer facial que fueron detectados en 1996 en estos mamíferos (Sarcophilus harrisii).
«La principal conclusión de este estudio es que el demonio está evolucionando a un nivel genómico», dijo a la cadena ABS, Menna Jones, experta de la Universidad de Tasmania que participó en la investigación.
Según Jones «las regiones (del ADN) que cambian en respuesta a la enfermedad están asociadas a las funciones inmunológicas y al cáncer», lo que indica que el animal «está respondiendo a la enfermedad de una forma en la que podría superar el cáncer y salvarse».
El tumor que afecta a los demonios de Tasmania, que a menudo contraen a través de heridas sufridas en peleas con ejemplares infectados, aparece en la boca del animal y aumenta de tamaño hasta causar unas deformidades que le impiden comer.
Los investigadores esperan que los demonios desarrollen una mayor resistencia contra el cáncer, aunque mostraron su sorpresa con la rapidez de adaptación a una nueva enfermedad como esta, altamente letal y que pone una fuerte presión evolutiva en la especie.
«Esperábamos que el patógeno, en este caso, el tumor, se convirtiese en menos peligroso para los demonios con el tiempo y que estos animales desarrollaran resistencia y tolerancia (...) Esta es la primera prueba de ello», remarcó Jones a la ABC.
Animales en extinción
El demonio de Tasmania pobló el territorio continental de Australia pero actualmente su hábitat se reduce a la isla de Tasmania, donde la población se ha visto reducida por estos tumores y una baja diversidad genética.
Este carnívoro está incluido en el listado de animales en peligro de extinción de Australia y en la lista roja de Naciones Unidas por considerar que en unos 25 o 35 años este podría desaparecer si antes no se encuentra una cura al cáncer que lo aqueja.
Hamish McCallum, de la Universidad Griffith y parte del equipo investigador, publicó hace siete años un modelo que sugería que los demonios estarían actualmente extintos.
«Los demonios de Tasmania tienen una diversidad genética muy baja. La evolución puede suceder rápidamente pero necesita que exista una variación genética como punto de partida», acotó McCallum al sorprenderse por la rápida adaptación de esta especie.
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