Obama pisó suelo africano anoche y, tras saludar a varias personalidades políticas, se fundió en un abrazo con su hermanastra, Auma Obama, que fue visto por los kenianos en las redes sociales como un verdadero símbolo de «familia» e «identidad».
El presidente prescindió de agenda política durante sus primeras horas en suelo keniano y prefirió compartir cena, en un lujoso hotel, con sus «familiares» de Kogelo, la remota aldea en la que nació su padre.
En la mesa estaba la tercera esposa de su abuelo paterno, «Mama Shara», la mujer a la que llama «abuela», además de su hermanastra y otros vecinos del pueblo.
Ayer el embajador estadounidense Robert Godec aclaró que Obama no visitaría el pueblo natal de su padre debido a «problemas logísticos». Pero si Obama no va a Kogelo, Kogelo va a Obama.
Kenia se ha empeñado en resaltar estos días las raíces del presidente estadounidense por encima incluso del fin de su visita al país: participar en la Cumbre Global de Emprendedores y recuperar terreno a China, protagonista de casi todos los proyectos de desarrollo que se llevan a cabo en buena parte del continente.
Obama vuelve a Kenia por tercera vez y los ciudadanos han aprovechado para sacar sus mejores galas ante lo que consideran «la visita de un familiar».
Las calles lucen banderas de Estados Unidos, los matatus (furgonetas que hacen de transporte público) portan patrióticos los colores rojo blanco y azul y los ciudadanos aprovechan la presencia de cualquier cámara para exaltar un «Obama está en casa».
Pero entre Honolulu, la ciudad natal de Obama, y la que los kenianos consideran su casa hay más de 17.000 kilómetros, más de 20 horas en avión y una diferencia cultural abismal.
Obama vio a su padre solo una vez en su vida, cuando tenía diez años, aunque le influyó tanto que en 1987 viajó por primera vez a Kenia para conocer sus raíces. En el pueblo de su padre habría que hacer pruebas de ADN para distinguir entre familiares lejanos y oportunistas.
Lo cierto es que el presidente americano tiene una «abuela» y cuatro hermanastros del primer y tercer matrimonio de su padre. Para los kenianos esto parece ser suficiente, «Obama ha vuelto a la que es su casa», exaltan.
La «Obamanía» ha conquistado la capital: camisetas con la fotografía del mandatario y el lema «Kenia, donde empezó mi historia», carteles a la venta que rezan «las raíces de Obama» y titulares de medios locales como el de la KBC que confiesa que esta es «la oportunidad de oro de Kenia».
Twitter arde en comentarios de elogio y exaltación. Etiquetas como «Obama vuelve», «Obama en Kenia», «Obama en casa» o «Mágica Kenia» sirven para retransmitir al minuto la visita del mandatario, que ocupa toda la parrilla de programación de las tres principales cadenas locales.
«Un negro africano dirigiendo América. Con raíces africanas, completamente keniano», resaltan algunos de los tuits más compartidos.
Hasta el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, se ha unido a la etiqueta #MagicalKenia y tuitea -o al menos quienes le gestionan el perfil- cada momento de la visita de Obama.
Como sabe que parte del mundo fija hoy su atención en el país, aprovecha también para ensalzar la gastronomía, comunicación, turismo y deporte nacional.
Obama, con su habitual carisma, supo responder a la expectación creada por los kenianos en su intervención esta mañana en la Cumbre Global de Emprendedores.
El presidente de EEUU comenzó su participación con un «jambo» (saludo en suhaili, el idioma local) que desató los aplausos y risas de los asistentes.
«Estoy orgulloso de estar aquí, es algo personal», aseveró el presidente entre unos aplausos y jaleos que cortaban sus palabras.
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