Escasos minutos antes de las siete de la mañana, dos palestinos, identificados posteriormente por la policía como Ghasan Abu Jamal y Odai Abu Jamal, de Jerusalén Este, entraron en la sinagoga de Kehilat Bnei Torah, en el barrio ortodoxo de Har Nof, en el Oeste de la metrópoli.
«Nos encontrábamos en mitad del rezo de la mañana. Es un momento en el que nadie se mueve. El primero de ellos avanzó con una pistola en la mano, se acercó a la gente y comenzó a disparar», describe a Efe Yusef Posternak, un judío ultraortodoxo argentino de 45 años que se encontraba en el interior del templo.
«Me giré por el sonido de los tiros y vi a un segundo hombre blandiendo un gran cuchillo de carnicero, como para matar animales, que empezó a atacar», abunda con un café en la mano, sereno mientras explica que la sorpresa impidió a los presentes, más de veinte personas, reaccionar para protegerse.
Posternak, padre de ocho hijos, decidió correr hacia la cocina del centro, donde permaneció escondido hasta que unos 15 minutos después de que todo comenzara la policía le rescató, explica.
Mati Goldizt, jefe de los servicios de la unidad de rescate y recuperación Zaka -organización creada durante la primera Intifada- repite en numerosas ocasiones que la escena era «complicada».
«Cuando llegamos nos encontramos con el resultado del tiroteo. Había varias víctimas y la escena era horrible. Me recuerda a lo sucedido hace seis años en otra 'yeshiva' cuando ocho hombres murieron. La gente tan sólo estaba dentro, rezando, sin hacer ningún daño a nadie», opina.
El portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld, confirmó, por su parte, que los atacantes resultaron muertos en un tiroteo a la salida de la sinagoga después de que apuñalaran y dispararan «al mayor número de gente posible», causando cuatro muertos y seis heridos, cuatro de ellos graves.
«Se han desplegado efectivos policiales en Jerusalén para evitar más ataques. El número de policía 'clandestina' se ha incrementado también en la ciudad, que se encuentra en una tensa situación, aunque bajo control», declaró.
La ciudad santa es testigo de una creciente tensión desde que a principios de julio tres extremistas judíos mataran a un menor palestino en Jerusalén Este en venganza por el asesinato tres semanas antes a manos de exconvictos islamistas de tres estudiantes que hacían autostop cerca del bloque de colonias de Gush Etzion.
En la últimas semanas han muerto en Jerusalén tres israelíes y una ciudadana ecuatoriana, un rabino ha sido tiroteado y herido grave.
Nada más conocerse los hechos, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, acusó de los mismos, como en anteriores ocasiones, al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás.
«Esto es el resultado de las provocaciones lideradas por Hamás y Abu Mazen (Abas), unas provocaciones que la comunidad internacional ignora de forma irresponsable», dijo Netanyahu antes de mantener una reunión de Seguridad.
«Responderemos con puño de acero a este brutal asesinato de judíos», advirtió.
Abas, por su parte, condenó el ataque -por primera vez de forma explícita- y pidió el fin de lo que denominó «las provocaciones de colonos judíos y del gobierno de Israel».
En un comunicado difundido a través de la agencia de noticias local Wafa, la presidencia palestina insistió en su compromiso con la solución de los dos Estados y las medidas acordadas en Ammán en las últimas semanas para restablecer la calma en Jerusalén.
«La Presidencia palestina condena toda forma ataque que tenga como objetivo a civiles sin importar quien lo haya cometido. La Presidencia palestina condena el ataque que causó la muerte a los que oraban en uno de los lugares de rezo de Jerusalén», explicó la nota.
«Pedimos el fin inmediato de las acciones (israelíes) dentro de la mezquita de Al Aqsa (tercera en la jerarquía del islam) y el fin de las provocaciones del gabinete de ministros israelí», agregó.
La acción fue aplaudida por el movimiento islamista Hamás y la Yihad Islámica, al igual que por el Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP), a quien inicialmente se atribuyó el ataque, que lo vincularon con la extraña muerte el lunes de un conductor palestino en Jerusalén.
La Policía y la autopsia insisten en que fue un suicido mientras que la familia asegura que fue víctima de un ataque de extremistas judíos.
«Esta operación es la respuesta natural al crimen de la ocupación y una forma de ejercer la resistencia popular y desarrollarla», apuntó Hamás en su página web.
Sin embargo, especificó que han sido «los medios sionistas israelíes» los que han acusado al grupo, provocando el inicio de las detenciones de algunos de sus miembros.
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