El cliente sólo tiene que reservar una cita por internet con uno de los tres terapeutas a disposición, que charlará con él sobre los temas que elija el paciente tanto tiempo como dure el viaje, sin coste adicional, y en un vehículo «más discreto» que los normales.
Tanto el taxista como los terapeutas han firmado una cláusula de confidencialidad y no pueden revelar el contenido de las conversaciones, señala Taxi Stockholm, una de las principales firmas que operan en este ramo en la capital sueca.
La compañía explica la campaña, de dos semanas de duración, apelando a una encuesta propia según la que más del 70 por ciento de los clientes considera que un trayecto en taxi es una oportunidad perfecta para la reflexión, así como a los efectos depresivos del largo y oscuro invierno escandinavo.
«Nuestros conductores sienten que tienen que oír cosas a las que no saben cómo responder. En los taxis se cuentan muchas historias, y a menudo los conductores son la gente perfecta con la que hablar, pero no siempre. Por eso probamos esta idea», explica en un comunicado Carina Herly, responsable de mercadotecnia de la firma.
Taxi Stockholm aclara que esta iniciativa pretender romper el tabú que rodea a la terapia, aunque no equivale a un programa completo, y resalta que se trata de una prueba y que la empresa todavía no se ha planteado si tendrá continuidad.
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Pues eso se hace en Buenos Aires todos los días