Sin embargo, las autoridades libanesas no han logrado despejar amplias zonas de sombra en torno a la persona de Al Majed y a las circunstancias de su muerte.
En un breve comunicado, las fuerzas armadas señalaron que Al Majed murió tras sufrir «un deterioro de su estado de salud», sin dar más especificaciones.
Los medios libaneses han especulado que el yihadista pudo haber sido herido en combates dentro de Siria, en la región fronteriza de Qalamun, y también han apuntado que sufría una insuficiencia renal que le obligaba a someterse a diálisis regularmente.
Al Majed había sido detenido hace dos semanas por los servicios de inteligencia del ejército libanés y posteriormente fue trasladado al Hospital Militar Central, donde permanecía bajo vigilancia.
El pasado 31 de diciembre la noticia saltó a los medios de comunicación libaneses, y ayer las pruebas de ADN confirmaron la identidad del líder yihadista.
Las autoridades libanesas han anunciado que esperan que Arabia Saudí, que lo había incluido en su lista de los más buscados, reclame el cuerpo de Al Majed, aunque, en caso contrario, este será enterrado en el Líbano.
En 2009, la justicia libanesa ya lo condenó en rebeldía a cadena perpetua por pertenecer al grupo Fatah el Islam, vinculado igualmente con Al Qaeda, que en 2007 libró una batalla contra el ejército libanés en el campamento de refugiados palestinos de Nahar el Bared (norte), que causó más de 400 muertos.
El grupo que ahora comandaba, las Brigadas Abdalá al Azzam, reivindicó el doble atentado del pasado 19 de noviembre contra la embajada iraní en Beirut, que dejó 24 muertos y 147 heridos.
Se trata de un grupo suní que comenzó a operar en 2009 con base en el Líbano, pero también asentado en la península Arábiga, que ha llevado a cabo acciones terroristas en varios países.
Las Brigadas deben su nombre al mentor de Osama bin Laden, un predicador palestino de Jordania considerado el impulsor de la yihad global y que fue uno de los primeros árabes en unirse a la guerra santa contra la Unión Soviética en Afganistán, en la década de los 80.
Fundado por el terrorista saudí Saleh Al Qarawi como una rama de Al Qaeda en Irak, su objetivo es atacar blancos en el Levante y Oriente Medio a través de una extensa red de bifurcaciones locales en varios países.
Estados Unidos lo incluyó en su lista de organizaciones terroristas en 2012.
La detención de su hasta ahora líder motivó ayer la enhorabuena de Irán a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Mohamad Javad Zarif, quien llamó por teléfono a su homólogo libanés, Adnan Mansur, para felicitarle por el arresto del presunto autor del atentado contra su legación diplomática.
«El presidente iraní Hasan Rohaní agradece a las autoridades libanesas» por ese arresto, afirmó la embajada iraní en un comunicado.
Zarif dijo que enviarán una misión a Beirut para contribuir en la investigación.
Sin embargo, no parece probable que la muerte de Al Majed vaya a detener la acción de los yihadistas suníes en el Líbano, ya que otros grupos parecen dispuestos a golpear cuando puedan al grupo chií Hizbulá, firme aliado del régimen sirio de Bachar al Asad.
Buena prueba de ello es que el llamado Estado Islámico de Irak y el Levante, hasta ahora activo en Irak y Siria, asumió hoy la autoría del último atentado suicida, hace solo dos días, en el sur de Beirut, bastión de Hizbulá, que causó al menos seis muertos y 67 heridos.
«Las fuerzas del Estado Islámico han podido romper las fronteras de seguridad del partido de Satanás (en referencia a Hizbulá) en su ataque a su perímetro de seguridad en el sur de Beirut el pasado jueves, en un primer pago de la gran cuenta que les espera a estos criminales», señaló el grupo en un comunicado difundido en internet.
El ejército libanés confirmó hoy a través de las pruebas de ADN el nombre del suicida que hizo estallar el coche bomba el pasado jueves en el barrio de Haret Hreikh, que fue identificado como Kutayba Mohamed Satem.
Hizbulá tenía sus principales oficinas en el barrio de Haret Hreik antes de la guerra con Israel en 2006, cuando fueron destruidas, por lo que fueron trasladadas a otras áreas del sur de Beirut, aunque en la actualidad continúa siendo un símbolo de Hizbulá.
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