El Ejército francés utilizó a sus propios soldados como cobayas en sus primeros ensayos atómicos efectuados a principios de los años sesenta en el Sáhara argelino, según revelan unos documentos secretos militares hechos públicos este martes por el diario francés 'Le Parisien'. El objetivo de estas pruebas, que, según el rotativo, causaron «enfermedades irreversibles» entre los militares, era «estudiar los efectos físicos y psicológicos» de las radiaciones en seres humanos.
Francia efectuó ensayos nucleares en las regiones desérticas de Argelia entre 1960 y 1966. Hasta la fecha han sido muy escasas las informaciones sobre aquellos experimentos, llevados a cabo en el marco de la elaboración de la primera bomba atómica francesa. Pese a que el Gobierno ha asegurado en todo momento que los ensayos se habían efectuado en las mayores condiciones de seguridad posibles, el diario revela que el Ejército utilizó deliberadamente a sus soldados como cobayas durante unas maniobras realizadas el 25 de abril de 1961, conocidas con el nombre de código de 'Jerbo Verde'.
Hasta la fecha, únicamente el diario 'Le Nouvel Observateur' había publicado, en 1998, un artículo sobre 'Jerbo Verde'. 'Le Parisien' ha obtenido una copia de un informe, de 260 páginas y sellado con el lema 'confidentiel défense', que revela los detalles sobre los ensayos de ese mismo día. Se trata de un documento titulado 'Génesis de la organización y los experimentos en el Sáhara' y redactado por un militar anónimo hacia 1998, justo antes de que el presidente Jacques Chirac ordenara la interrupción definitiva de los ensayos nucleares por parte de Francia.
Concretamente, el rotativo indica que, después del ensayo de abril de 1961, el Ejército ordenó a alrededor de 300 soldados que entraran en la zona afectada y se dirigieran hacia el lugar en el que había impactado la bomba. El objetivo de esta maniobra, según el informe, era «estudiar los efectos físicos y psicológicos de las armas atómicas en seres humanos» a fin de «obtener los elementos necesarios para la preparación física y el entrenamiento moral del combatiente moderno».
«El mando no debe penetrar»
«Una patrulla de vehículos todoterreno ha recibido la orden de dirigirse al 'punto cero' para estudiar la posibilidad de un ataque en la zona contaminada», se lee en el documento, citado por el rotativo. «La patrulla se detuvo a 275 metros del punto cero», prosigue el informe. El experimento con seres humanos, según el documento, reveló que los soldados son «capaces de proseguir el combate» en un terreno contaminado por la bomba atómica, lo cual, en caso de guerra, permitiría «golpear directamente» al enemigo.
Asimismo, el informe constata un «problema": las máscaras antigás complican las comunicaciones. Por ello, en caso de conflicto «el mando no debe penetrar en la zona contaminada» y los soldados rasos deberían utilizar únicamente «máscaras contra el polvo elementales», ya que las máscaras antigás «disminuirían el ritmo de la maniobra en un 50 por ciento».
El ministro de Defensa, Hervé Morin, ha asegurado, citado por el diario, que desconoce este informe y que «las dosis radiactivas recibidas durante los ensayos fueron muy bajas». No obstante, según 'Le Parisien', «las dosis débiles' a que se refiere el ministro de Defensa han causado enfermedades irreversibles». El año pasado, el Ejecutivo se comprometió a compensar a las víctimas de estas pruebas, con lo cual reconoció implícitamente que existe una relación entre las explosiones y las enfermedades que han padecido los militares veteranos, en especial cáncer.
Algunos veteranos que participaron tanto en los ensayos de Argelia como en los posteriores de la Polinesia han declarado que se les había ordenado tumbarse en el suelo y taparse los ojos durante las explosiones, vestidos únicamente con pantalón corto y camiseta. Francia efectuó ensayos en la Polinesia entre 1966 y 1996. Algunos veteranos han asegurado que se les había obligado a navegar a la zona contaminada inmediatamente después de cada explosión para examinar su impacto.
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