David Andreu está de celebración y es que Goldservice, la empresa que fundó desde cero, con mucho cariño y una extraordinaria dedicación hacia sus clientes y empleados, cumple 30 años. Una aventura que comenzó en 1994 y con tan solo 18 años. «Trabajaba para una empresa que también se dedicaba a la sanidad ambiental, y de la noche a la mañana desapareció, dejando a todos los clientes ‘colgados’. Ahí decidí cumplir por mi cuenta con los clientes a los que yo le había dado mi compromiso», recuerda David, que aprovechó el dinero de una indemnización, unos 3000 euros, para comprar insecticida y no fallar a sus clientes.

Una valentía, profesionalidad e implicación que han llevado a Goldservice a ser una de las empresas más importantes del sector. «Empecé con tres clientes y mi mayor reto era no hacer a los trabajadores lo que me habían hecho a mí», así que David basó su empresa en tres valores: honestidad, sinceridad y respeto «tanto hacia los clientes como a los que trabajan para mí».

Hoy, Goldservice presta servicio a cerca de 6000 clientes, pero el gran orgullo para David ha sido crear un equipo humano de diez, «que empuja este negocio como lo empujaría yo» y formar una empresa tan especial en la que clientes y trabajadores están contentos. Además, esta gran familia ha conseguido frenar plagas «que si se hubieran quedado en la isla habrían sido devastadoras», y es que para David, proteger el medio ambiente de la isla y cuidarla    «siempre ha sido una prioridad y algo que me ha provocado mucha satisfacción».

—¿Cuáles han sido los mayores retos para Goldservice?

—El mayor reto ha sido la gestión de los recursos humanos. Se trata de una empresa de servicios en la que si metes la pata tienes responsabilidades penales, civiles y medioambientales. A día de hoy, es justamente eso lo que mejor ha salido en Goldservice. Otro gran reto fue el Covid, nosotros hicimos las desinfecciones sin saber a lo que nos enfrentábamos y nadie más del sector en la isla estaba saliendo a hacer eso.

También es un reto dar servicio en una isla    con la estacionalidad que tiene. Dar un servicio estable y profesional durante 30 años sin fallar. Ahora además, se suma el problema de la vivienda y buscar vivienda para nuestros trabajadores supone un reto tremendo. Además, cuando los has formado, llega octubre y se van a la Península, por lo que toca volver a empezar. Es un trabajazo preparar la temporada para abrirla y cerrarla, es como montar una empresa y desmontarla cada año.

—Los clientes y las necesidades cambian, ¿cómo se han adaptado?

—La globalización y el calentamiento global hacen que los bichos, que por ejemplo antes te hacían dos puestas de huevos al año, ahora igual te hacen cuatro puestas, con lo cual las plagas están totalmente alborotadas y cada día más tienes que especializarte y mimetizarte con el bicho: saber qué quiere comer, beber y qué necesita para cortarle el paso.

—¿De qué se siente especialmente orgulloso?

—Hay dos cosas muy bonitas en Goldservice que me gustaría destacar. Primero, el equipo, que es maravilloso. Les incentivo todo lo que puedo y les motivo para que cuando hacen un buen trabajo se sientan las personas más orgullosas y profesionales del mundo. Si los empresarios supieran el gusto que es tener una empresa que funciona como un reloj suizo y el placer que te da saber que equipo y clientes están contentos, la gente no se centraría tanto en ganar dinero. Tener un cliente de 30 años que te diga que en 30 años no le has fallado para mi es una satisfacción. Dirigir esta empresa es un regalo de la vida y hasta que me jubile la puedo disfrutar mucho más.

Lo segundo de lo que me siento orgulloso es que es una empresa con el ánimo de lucro no predominante y eso lo pusimos nosotros de moda. Inventamos este concepto y hoy hay más empresas que lo aplican y eso me parece muy bonito. Todo lo que he tenido de beneficio se ha vuelto a meter dentro, por eso es una empresa que a nivel económico está muy bien dotada y a nivel tecnológico tenemos los últimos avances. Todo lo que gana la empresa se queda dentro y con eso compramos los mejores equipos, productos y podemos aprender y seguir creciendo.

—¿Destacaría algún momento especial de estos 30 años?

—Durante el Covid hubo un momento que pensé que estaba salvando a la sociedad cuando nadie tenía valor a salir. Desinfectamos todo, desde colegios y mercados, hasta residencias, y es ahí donde realmente se vio la importancia de tener empresas locales, identificadas con la sociedad y que cumplen una función social.

—¿Cómo consiguen ser una empresa sostenible en su sector?

—Siempre buscamos los métodos más naturales posibles y menos agresivos para el medio ambiente. Una empresa ibicenca con conocimiento de lo que es la sostenibilidad en una isla, es muchísimo más consciente y sostenible que una empresa que llega de la península. Cualquiera de mis técnicos, si puede evitar matar una abeja, lo va a intentar. Están adiestrados a que si ven un enjambre de abejas, primero llaman al apicultor para que venga a retirarlas y se las lleven a una granja donde sigan produciendo miel antes de sacar una fumigadora y matarla. Nosotros nunca tiraríamos residuos químicos al vertedero de Ca na Putxa. Nunca fumigaría con un producto emulsionable en agua una alcantarilla que sé que va a Figueretes y que el emisario está roto. El conocimiento y sostenibilidad de una empresa como Goldservice no tiene nada que ver con el conocimiento que puede tener una multinacional donde el empleado es un número. Nadie va a estar ahí para ver qué producto se ha aplicado en realidad.

Las empresas sostenibles son más caras y cuando más caro eres, menos posibilidades tienes de trabajar. Cada vez tenemos menos herramientas a nivel químico para poder frenar, y hay que usar el ingenio y la profesionalidad de la gente, la capacidad de pensar, de analizar un problema y buscar soluciones.

—¿Qué recomendación haría a nuestros lectores?

—Protegeros del mosquito tigre, de plagas que van a suponer enfermedades como el dengue. El gobierno ya no controla esa parte como se controlaba antiguamente, así que hay que autoprotegerse. Hay que eliminar los mosquitos de casa. A veces los estás criando y en un plato de una maceta que estás regando todos los días hay un riesgo para ti, para tu familia y para tu vecino. Que vayan al ayuntamiento, se quejen, contraten y tengan cuidado.

—¿Qué servicios son los más demandados en la isla?

—Mosquitos, plagas urbanas (cucas, hormigas, ratas, chinches). También hay un cambio en las viviendas de lujo que están teniendo un nivel de exigencia superior a un hotel de cinco estrellas. El nivel de exigencia en cuanto a la calidad de servicio y la inmediatez están siendo cada vez más importantes y hay que actuar con rapidez.   

—¿A qué plaga nos enfrentamos?

—Desde que tenemos el calentamiento global y sumado a que los viajeros entran con muchísima más frecuencia, se ha masificado todo. Hay más movimiento de mercancías y personas, las plagas están pasando de un lado a otro que da gusto. Estamos teniendo chinches que era una plaga que estaba extinguida. Nunca habíamos visto una serpiente. El mosquito tigre se podría controlar, pero la competencia recae en los ayuntamientos y el mosquito sigue estando. Y esto será hasta que toque el turismo, tengamos una bajada de turismo exponencial y luego ya el gobierno se ponga las pilas. Es un reto que a día de hoy me desgasta y me da mucha pena porque en una isla es fácil de controlar.