La forma más recurrente de este efecto se produce vía tipos de interés. El crédito, que es limitado, fluirá preferentemente al sector público, ya nunca quiebra ni está sometido a la disciplina del mercado; expulsando de esta forma al privado. Sí, además, al incurrir en pérdidas reiteradas, las necesidades financieras son crecientes, se pueden producir alzas en los tipos de interés que aumentan los costes financieros. Lo mismo ocurre con las hipotecas que se otorgan con más facilidad a quien disfruta de un empleo funcionarial.
Pues bien, estos días el presidente de PIMEM, Jordi Mora, ha denunciado que en Balears se está produciendo un ‘efecto crowding out’, o expulsión, por la vida del mercado laboral. Los recursos humanos también son limitados por lo que sí existe un sector que no está sometido a las acotaciones del mercado, siempre puede ofrecer mejores condiciones laborales y salariales. Y, como es lógico, las preferencias de los trabajadores se inclinarán por esos empleos. Dicho en otras palabras, sin necesidad de considerar las condiciones de productividad de los puestos de trabajo; los salarios y las condiciones laborales dependen principalmente de las consecuencias electorales que pueden tener las diferentes actuaciones sindicales.
Por supuesto existe un problema de justicia social, al premiar los condicionantes políticos sobre el trabajo diligentemente realizado. Pero además también supone un problema netamente económico. El estancamiento de la productividad que padecemos, y que nos hace descender en los rankings internacionales de bienestar, se explica en parte por este fenómeno. Y no acaban aquí sus negativas consecuencias, ya que a mayor cantidad de empleo público, mayores son las necesidades de recaudación, una auténtica piedra en el zapato de las PIMES que son las auténticas dinamizadoras de la economía.
Efectivamente, las PIMES, no pueden incrementar los precios tanto como desearían, ni pueden reducir la calidad de sus servicios o productos, ya que eso les conduciría a la expulsión del mercado. Tampoco pueden subir los salarios por encima de la productividad marginal del trabajador y, por supuesto, de ninguna manera pueden practicar el engaño. Las subidas de impuestos son incrementos de costes que constriñen todavía más todas esas variables. Nada de todo esto ocurre en el sector público en donde se puede practicar el «vuelva usted mañana» o cualquier otra forma de desprecio al usuario.
En cualquier caso, la dinámica de los últimos lustros está incrementando el poder de la política y de lo público de una forma que parece no tener límites. Con ello se está generando un preocupante efecto expulsión de buena parte de la actividad privada, sobre todo de PIMES.