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Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, muchos sectores están viviendo vaivenes en bolsa. El último es el de «defensa», eufemismo para referirse al «armamentístico». Ya en el Foro Mundial de Davos instó a los países de la Unión Europea a incrementar su gasto en defensa.

Parece que esta idea está calando en el seno de la OTAN, ya sea por miedo a represalias (Trump utiliza los aranceles como medidas de presión), bien por el incremento de conflictos bélicos y cada vez más cercanos (llevamos ya años con una guerra dentro de territorio europeo), o por las amenazas de países como Irán o Corea del Norte. En cualquier caso, durante esta semana hemos visto un movimiento muy brusco al alza del sector europeo. Curiosamente, las empresas americanas no se han visto beneficiadas por este nuevo factor bursátil. No sé si el objetivo de Trump también es exportar armas a Europa, pero de momento el mercado interpreta más ventas internas de las europeas.
De hecho, esta misma semana, al hilo de todos los comentarios sobre el sector, el Instituto Laboral de Alemania ha declarado que este aumento de gasto en defensa podría sacar al país germano de la recesión.

A pesar de estas noticas, que pueden ser esperanzadoras para el inversor, el sector se enfrenta a dos desafíos muy fuertes. El primero es la inversión ASG (Ambiental, Social y de buena Gobernanza): a todas luces las armas no deberían formar parte de ella, por mucho que se utilice el concepto «defensa».
Además de la parte social, tiene un efecto bursátil importante: muchos fondos de inversión no invierten en estas empresas con lo que las subidas podrían no ser sostenidas al carecer de grandes inversores. El segundo desafío es tecnológico: ¿qué pasa si todas las armas que se producen ahora, véase aviones, tanques, misiles, fusiles… quedan obsoletos en el futuro muy próximo? Vehículos autónomos como drones, robots funcionando con Inteligencia Artificial, avances en armas bacteriológicas o informáticas podrían hacer mucho más daño y ser protagonistas, desgraciadamente, en el futuro cercano teniendo en cuenta la velocidad a la que avanza la IA. Esto podría provocar fuertes reservas de armas, o infraestructuras infrautilizadas que dañarían a la cotización de estas empresas.
Aún así, quien no quiera usar criterios sociales en su inversión o considere que es cierto lo de «defensa» y no tema los avances de IA en este sentido (o crea que estas empresas se podrán al día) hay varias compañías para invertir.

La más grande es la americana Lockheed Martin, muy especializada en aviones o helicópteros.
En EEUU encontramos otras como RTX Corporation, Northrop Grumman Corporation o BAE Systems, pero de momento, como he comentado, las grandes beneficiadas están en Europa. Las francesas Safrán, Airbus (aeronáutica civil y militar), Dassault Aviation (aviones Mirage y Rafale), Thales (sistemas); la italiana Leonardo (además de armas, helicópteros, tienen mucha penetración en radares), la alemana Rheinmetall (tanques…) e incluso la española Indra, aunque con menos presencia en el sector, son algunas opciones.