Querido Gabriel, has emprendido un nuevo viaje, quizás uno de los más importantes de todos los que has caminado en tu vida y también uno de los que más tristeza deja a todos los que nos quedamos aquí. Siempre fuiste un incansable luchador, lleno de humanidad y coraje que con gran esfuerzo, generosidad y humildad, marcaste un antes y un después en la historia del turismo. Amaste la hotelería y la hotelería te amo a ti.

Tu visión cambió destinos y vidas, haciendo de la hotelería una herramienta para construir sueños y una oportunidad de crecimiento para sociedades y personas. Con cada hotel que abriste dejaste una huella imborrable en los corazones de quienes tuvimos la fortuna de cruzar nuestro camino con el tuyo. Tanto mi familia, como mi padre Pablo Piñero y yo, tuvimos esa suerte y estamos muy agradecidos por ello.

Fuiste mucho más que un empresario, fuiste un soñador que supo convertir los sueños en realidad, contribuyendo al desarrollo económico y social. Un líder que, con su trabajo y esfuerzo, nos enseñó que la verdadera riqueza está en compartir y rodearse de buenas personas. Y ese fue el espíritu de todos esos pioneros que hicisteis internacional el buen hacer de la hotelería española. Siempre me quedarán esos momentos en los que compartimos mesa de trabajo desarrollando un gran aprecio mutuo y nunca olvidaré tus palabras de aliento que para mí fueron un soplo de confianza en mi labor al frente de Grupo Piñero, «Tu padre estaría orgulloso de ti».

Gabriel, siempre estarás presente en los recuerdos de quienes aprendimos de ti y te deseamos el mejor viaje. Allí donde estés sabemos que seguirás explorando nuevos horizontes con la misma visión que siempre te definió. Has sido mucho para muchos y tu legado siempre permanecerá vivo. Hasta siempre.