El sector bancario europeo vive una etapa de cierta incertidumbre de cara a los mercados.
Las bajadas de tipos de interés inciden directamente a sus cuentas, pero no solo para mal. Evidentemente hay una parte negativa: en el «juego de suma cero» que son los préstamos, el fuerte descenso del Euribor les afecta a los márgenes en cuanto a los préstamos flexibles. Es verdad que habían incrementado mucho los fijos, por la percepción de seguridad que tiene el consumidor (a pesar de las perspectivas) pero el gran peso está en referenciados al Euribor.

Pero también tiene su parte positiva, y por partida doble, la primera es por valoraciones: cuando los analistas calculamos el valor de una empresa, lo que hacemos es actualizar al presente los flujos de caja (similar a los beneficios) futuros utilizando un tipo de interés libre de riesgo. Sin entrar en la fórmula, cuanto menor sea el tipo de interés, más alta sale la valoración.

Además, tiene una parte buena para el negocio: el banco, especialmente algunos, no solo se dedica a préstamos, también tiene una actividad de banca institucional. Intervienen en operaciones corporativas como fusiones, adquisiciones, salidas a bolsa, intermediación… y todo ello se reactiva en momentos de tipos de interés bajos (por la facilidad de financiación de una parte de ese «negocio»).

Aquí hemos visto la primera problemática a la hora de ver si es buen momento para invertir en bancos: por tipos de interés, tiene una parte buena y una mala y, especialmente, la negativa será muy diferente en función de las caídas del Euribor ya que, en caso de no continuar de forma intensa, los márgenes todavía serían óptimos.

Pero, por si fuera poco, la banca tiene un componente cíclico muy importante. Dicho de otra forma, si la economía va bien el negocio les va bien: más hipotecas y más grandes, menos impagos, más negocio de empresas, más comisiones por transacciones y más operaciones corporativas como las comentadas anteriormente.

Y aquí, de nuevo, encontramos incertidumbre: no hay un consenso en el mercado sobre la profundidad de la desaceleración económica en Estados Unidos ni de la recesión (técnicamente ya es un hecho) en Europa.

En ese sentido, incluso, la victoria de Donald Trump tiene relevancia ya que sus políticas pro-consumo y pro-aranceles le vendrían bien al sector: por una parte por mejorar el ciclo económico y por otra porque un repunte de la inflación supondría una ralentización a la bajada de tipos, siempre que ésta no empeore el ciclo, para complicarlo más. De todas formas, parece que este impacto, si se produjera, beneficiaria a la banca americana, principalmente a la comercial (pequeños bancos regionales que han sufrido en otros entornos).

Y si hablamos de incertidumbre, ya para acabar, hay que hacerlo sobre la operación de referencia del sector en Europa (con permiso de la posible operación transfronteriza entre Commerzbank e Intesa Sanpaolo), la OPA de BBVA sobre Sabadell que sigue en el aire tras el último dictamen de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia y puede alargarse más de lo deseado.