La educación inclusiva en los colegios es fundamental para que todos los alumnos, independientemente de sus habilidades, capacidades o necesidades específicas, tengan acceso a una educación de calidad y con las mismas oportunidades. Desarrollando una educación inclusiva no solo se promueve la igualdad de oportunidades, sino que también se enriquece el aprendizaje colectivo al permitir y valorar la diversidad en el aula.

La inclusión educativa requiere que cada alumno tenga el derecho a aprender en un entorno que respete su identidad y sus capacidades, pero lamentablemente sigue habiendo muchos centros educativos que no tratan de forma adecuada a aquellos alumnos que tienen alguna necesidad educativa específica o que plantean alguna posible problemática o que tienen unas capacidades que no alcanzan a lo que el colegio espera de ellos.

Una sociedad justa y equitativa es aquella que se esfuerza por integrar a quienes tienen necesidades especiales o que requieren de mayor ayuda y las escuelas deben ser uno de los primeros espacios en los que hay que abogar sin excusas por una educación inclusiva, para lo que hay que sensibilizar a toda la comunidad educativa. La atención a la diversidad es muy importante para prevenir, detectar y responder a las principales dificultades de los alumnos durante su proceso de aprendizaje. Para ello, la clave del éxito radica en la coordinación que debe existir entre todas las personas involucradas en el proceso de aprendizaje del alumno, procurando establecer en todo momento una línea de actuación y unos objetivos específicos con cada estudiante del centro.

Es necesario aplicar una metodología basada en programas de intervención estructurados, acumulativos y multisensoriales, adaptados a las necesidades individuales de cada alumno y haciendo uso de materiales y de recursos audiovisuales y manipulativos, así como de técnicas de estudio y estrategias de aprendizaje específicas que permitan al alumno poder acceder de manera significativa a los aprendizajes y, a su vez, lograr con éxito sus metas. No se trata solo de proporcionar educación, sino de crear un espacio donde cada talento sea valorado y potenciado. Para ello, los gabinetes de orientación psicopedagógica han de realizar un seguimiento individualizado diseñando planes para lograr que cada uno de los alumnos crezca a su ritmo, ofreciéndoles además orientación académica y profesional y asesorándoles para que planifiquen adecuadamente sus metas y objetivos.

Con una política sólida de inclusión e integración en la escuela no solo se beneficia a quienes padecen las dificultades, sino que se enriquece la experiencia educativa de todo el grupo al permitir que todos los estudiantes tengan la oportunidad de brillar.