La semana pasada se celebró en Londres la feria turística World Travel Market, de capital importancia para el mercado isleño. El Govern fijó en la capital inglesa febrero como inicio de la temporada turística en Mallorca. El objetivo es ambicioso, pero se encuentra alejado de la realidad.
El esfuerzo de las administraciones por estirar la temporada ha dado algunos frutos y sí es cierto que, en general, los establecimientos alojativos tienen ahora abierto más semanas al año que tiempo atrás. En todo caso, son una clara minoría los establecimientos que tienen abierto todo el año. En este sentido, hay zonas en las que la temporada turística no se prolonga nunca más allá de los ocho meses en el mejor de los casos. La inmensa mayoría de hoteles de numerosas zonas turísticas cierran el último fin de semana de octubre y en algunos casos prolongan su actividad hasta los primeros días de noviembre para aprovechar la fiesta de Halloween. El inicio tradicional de la temporada turística es el primero de mayo, aunque cada día son más los establecimientos que adelantan su apertura. Es ya habitual que muchos hoteles abran con motivo de la Semana Santa y ya no cierren sus puertas. Y también se han incrementado de forma notable los establecimientos que han reformado sus instalaciones para facilitar la llegada de cicloturistas y ahora abren en febrero para acoger a visitantes de este pujante segmento.
La realidad es tozuda y al llegar noviembre, la inmensa mayoría de zonas turísticas quedan casi desérticas. La fiesta de Todos los Santos provoca que algunos establecimientos intenten prolongar la temporada durante la primera semana de noviembre, pero son pocos. La inmensa mayoría cierra sus puertas. En este sentido, las calles de la práctica totalidad de zonas turísticas muestran ya durante los primeros días de noviembre un aspecto casi desierto. La inmensa mayoría de hoteles está cerrado, algunos cerrarán este mismo fin de semana y son pocos -en algunas zonas ninguno- los hoteles que continuarán abiertos todo el año. Además, buena parte de los bares, restaurantes y comercios baja también la barrera con el adiós de los hoteles. Permanecen abiertos los establecimientos que pueden subsistir con los residentes. En invierno, las horas de sol se reducen y, a media tarde, la oscuridad se apodera de las calles y no queda ya prácticamente nada abierto. Y así durante meses.
Las zonas turísticas de Mallorca han visto como el problema de la estacionalidad se ha ido cronificando, pese a algunos avances. Alcúdia, Platja de Muro o Can Picafort tienen la práctica totalidad de los establecimientos cerrados, como también sucede en Pollença o Cala d'Or. La situación es idéntica en Palmanova, Magaluf o Santa Ponça, que se transforman en pocas semanas. El bullicio y la algarabía deja paso a zonas casi desérticas, con la práctica totalidad de hoteles, comercios, bares y restaurantes cerrados. Los pocos que quedan tienen ocupaciones medias, pero el ambiente es desangelado entre tantas barreras bajadas. En este sentido, no se ha avanzado prácticamente en el intento de prolongar la temporada más allá de noviembre. De hecho, más de un establecimiento que años atrás intentó abrir todo el año ha optado ya por cerrar sus puertas.
PALMA, UN OASIS. En cambio, la ciudad de Palma sí que ha conseguido tener una demanda estable y la práctica totalidad de hoteles abre todo el año. Palma ha combatido la estacionalidad gracias a una oferta turística con múltiples productos -gastronomía, compras, cultura, ocio, deporte...-, con establecimientos de menor tamaño que los de playa, lo que hace que sea más fácil tener una ocupación mínima que les permita seguir abiertos. Las tiendas del centro estén abiertos en domingo, han proliferado locales como cafeterías, restaurantes, take away o todo tipo de productos de alimentación que sustituyen de forma progresiva a los comercios. Asimismo, se ha posicionado en un segmento de alta calidad y con una gran oferta de lujo, con la aparición de numerosos establecimientos boutique y de cinco estrellas. Todo junto hace que los hoteles de Palma tengan abierto los doce meses del año en contraste con el resto de zonas turísticas. El gran reto de los establecimientos de la ciudad es ahora conseguir que las excelentes ocupaciones que tienen en fin de semana se trasladen al resto de días laborables.
Y también contrasta la Platja de Palma, que cuenta con numerosos establecimientos abiertos en noviembre. Su cercanía con el aeropuerto y con la capital son factores que ayudan a alargar la temporada o a incluso poder estar abiertos la mayor parte del año. Muchas cadenas solo dejan un hotel abierto o dos, que en la mayoría de casos es en la Platja de Palma. De acuerdo con datos de la Asociación de Hoteleros de la Playa de Palma, esta semana había abierta el 30% de la planta que pertenece a la patronal y 17 establecimientos adheridos no cerrarán durante el invierno, el 15%.
En esta zona se ve más ambiente, con más comercios y cafeterías abiertas, aunque no dejan de ser una minoría. Hay gente paseando, tomando el sol y haciendo deporte. En concreto, llama la atención la calle de la cerveza, donde todavía hay varios locales abiertos, un gran ambiente de fiesta y mucha gente.
Desde hace años la promoción turística de Mallorca se orienta a alargar la temporada y a mostrar opciones para la temporada invernal, dando a conocer experiencias para los meses en los que el sol y playa no es el principal atractivo. Por ejemplo, se promocionan los mercados y ferias de los municipios, las bodegas, las rutas temáticas por Palma, los museos, el Vuit de la Seu o la gastronomía local. Cada vez tienen más éxito las experiencias, productos paquetizados diseñados para crear emociones. También se dan a conocer los eventos deportivos calendarizados y se promociona el senderismo, con rutas señalizadas tanto para todo tipo de público así como para senderistas más avanzados, como la Ruta de Pedra en Sec.