Entre finales de 1992 y mediados de 1993 el gobierno socialista presidido por Felipe González hizo depreciar el valor de la peseta un 21% en tres devaluaciones consecutivas en un corto espacio de nueve meses. El país venía de una época de fuerte gasto público, ya saben, inauguración del primer tramo del AVE, Olimpiadas en Barcelona, Expo en Sevilla, celebraciones del Quinto Centenario, etc. La devaluación actuaba como válvula de escape de una economía que, al depreciar su moneda, intentaba remontar la competitividad perdida —ya que nunca se atrevió a afrontar las reformas estructurales que tanto necesitaba— y era el corrector necesario de los períodos de euforia expansiva sin base sólida a las que este país está recurrentemente abonado.
Sin recetas económicas
05/08/22 8:55
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