ORIGEN. Fue comprando jamón en una conocida tienda delicatessen de Maó donde Joaquín Abellán encontró la solución que estaba buscando. Estaba acabando su carrera como ingeniero industrial en la Universidad Politécnica de Barcelona. Su afición a la pesca submarina desde pequeño y la imposibilidad de poder utilizar el móvil como GPS para ubicar las señas de pesca en la superficie del mar, se había convertido en un problema a resolver.
“Cuando bajas a profundidades de 18 a 20 metros sin oxígeno, al no verse el fondo marino desde la superficie, necesitas ubicarte verticalmente encima de la seña antes de la inmersión, para consumir el mínimo aire posible en la bajada. En este sentido, pese que no es necesario llevar el teléfono al fondo, sí que lo acabas manipulando con las manos húmedas en la barca o en la superficie cada vez que emerges. En mi obsesión por encontrar algún tipo de funda capaz de proteger el terminal, no había encontrado ninguna que funcionase adecuadamente ni que me garantizase una total impermeabilización, especialmente para aguas salinas”, explica Joaquín Abellán.
“Cuando vi la máquina que sellaba al vacío mi paquete de jamón, le pedí a la chica que me atendía si me podía sellar el teléfono. Si no entraba el aire, el agua tampoco lo haría. Fue realmente algo surrealista porque ella no entendía nada pero yo le insistí que me hiciera la prueba bajo mi cuenta y riesgo. Comprobé que la presión no había roto el terminal, los botones y el táctil funcionaban y pese a que el plástico no era el adecuado ni tampoco el nivel de vacío, pensé que había dado con una solución”, detalla. “Estoy seguro que la inspiración me sobrevino porque durante la carrera tuvimos un profesor que se llamaba Ferran López y que, a parte de alentarnos un espíritu emprendedor, nos ayudó a entender que el trabajo de un ingeniero no era diseñar productos, sino hacer más fácil la vida de la gente satisfaciendo sus necesidades”, comenta Abellán.
PRIMER MODELO. Tras convertir la idea de impermeabilización en su trabajo de final de carrera, decidió dar forma a Vacway Waterproof en 2016. “Contacté primero con Javier para que se sumara al proyecto y posteriormente con Álex, amigo de la infancia de Menorca e ingeniero eléctrico, que llevaba dos años trabajando en Estados Unidos. Con la ayuda de Álex conseguimos reunir entre los tres 30.000 euros para fundar la startup y solicitar el primer modelo de utilidad en la Oficina Española de Patentes para convencer y captar la atención de algún inversor”, explica Joaquín Abellán.
Los primeros pasos los dieron en un coworking, donde crearon un primer prototipo de la máquina en madera, empezaron la búsqueda del polímero más adecuado para la funda que fuese cristalino y reciclable e idearon cómo sería la comercialización y el modelo de negocio. “Vimos claro que la gente no iba a comprar una máquina para sellar su móvil sin ser antes Vacway, un producto conocido, y nos enfocamos en la idea del vending. Si colocábamos nuestras máquinas en lugares estratégicos en los que la gente lleva a cabo actividades acuáticas, tendríamos más posibilidades”, comenta Álex Pelegrí.
En paralelo, no cesaron la búsqueda de recursos y gracias a un evento de la Asociación Independiente de Jovenes Empresarios de Catalunya (AIJEC), dieron con un inversor que decidió inyectar inicialmente 150.000 euros para hacer una prueba real con nueve prototipos colocados en distintas actividades de ocio relacionadas con el agua. Comprobaron que los parques acuáticos eran los que más bien funcionaban para su objetivo. “El test se hizo en verano de 2017 y fue un éxito. Si una máquina de café puede llegar a vender de media unos 3.600 euros al año, nuestra máquina de sellado obtuvo 5.000 euros en 15 días”, explica Pelegrí.
También se dieron cuenta que para optimizar no solo la venta sino el buen uso de la máquina, era necesario que el terminal estuviera atendido por una persona para ayudar al usuario a hacer el sellado y que la máquina pudiera operar a su máxima capacidad, de lo contrario los clientes tardaban mucho en hacer el ciclo, se creaban muchas colas y se perdían ventas. El paso siguiente fue construir 50 máquinas para distribuir por toda España. “Estamos hablando de un terminal que lleva 800 componentes. Todas nuestras máquina están diseñadas y fabricadas por nosotros, desde el diseño mecánico, electrónico, usabilidad o software. Este proceso nos ha permitido tener un importante ecosistema de proveedores muy interesante que estamos aprovechando”, añade Álex Pelegrí, que viendo el ritmo de crecimiento de la empresa, decidió regresar de Estados Unidos para incorporarse como socio trabajador en 2018.
En aquel momento Vacway Waterproof se trasladaba a una nave industrial mayor y decidían ampliar capital hasta los 900.000 euros de inversión.
NUEVAS APLICACIONES. Como las máquinas medían dos metros y pesaban trescientos kilos, construyeron un segundo modelo de sobremesa, la VacwayMini. “Empezamos a desarrollarla en 2018 para tenerla lista al año siguiente. Fabricamos 120 unidades, las mostramos en ferias y conseguimos un pedido en Dubai a través de un distribuidor”, explica Joaquín Abellán.
En paralelo dieron el paso hacia la internacionalización con el modelo de negocio para parques acuáticos, haciendo pruebas en Italia y Francia durante 2019. Su propósito era poder facilitar la vida al usuario, y por ello también iniciaron el diseño de una tercera máquina para uso personal, que llevaría incorporado un cargador inhalámbrico, ya que los terminales, una vez sellados, no se pueden perforar con ninguna clavija. “Queríamos lanzarla al mercado en 2020 pero la irrupción de la COVID-19 paralizó nuestra decisión”, comenta Abellán.
Sin embargo, este contratiempo les ha permitido abrirse a otros sectores, ya que durante el confinamiento cedieron gratuitamente sus máquinas a distintos hospitales españoles para que los sanitarios pudieran sellar sus móviles. Diversos estudios estaban advirtiendo que la carga bacteriana de un smartphone era mucho más elevada incluso que la suela de un zapato y no existían protocolos actualizados que tuvieran en cuenta los smartphones en ámbitos hospitalarios. “Llegamos a 15 centros hospitalarios españoles con una gran repercusión mediática, por cierto, pero más allá de la COVID, hemos despertado interés en el sector sanitario porque el móvil es una herramienta de trabajo para calcular dosificaciones, para consultar el vademécum y sellarlo puede evitar infecciones en UCI, por ejemplo”, afirma Joaquín Abellán.
Además de explorar esta nueva línea de negocio, también han conseguido enlazar contratos de consultoría e ingeniería para otras empresas gracias a su know-how y este atípico 2020, tienen asignados un gran proyecto de una multinacional alemana para rediseñar una máquina industrial de inyección de poliuretano y un segundo proyecto en el ámbito del vending para diseñar una máquina ad-hoc para otra empresa externa.
1 comentario
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Me parece una idea muy buena que incluso puede llegar a tener más aplicaciones de las que se mencionan en la noticia.