Recientemente he tenido el placer de participar en el II Foro Iberoamericano de Economía Social “Estrategias y Alianzas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, que ha organizado en los primeros días de julio, en Sevilla, la Federación de Cooperativas de Trabajo Asociado de Andalucía (FAECTA) y donde han participado representantes de más de 15 países.
El mes anterior, en la Asamblea General de Cooperatives Europe celebrada en Copenhague, pude igualmente intervenir en una mesa sobre la contribución de las cooperativas europeas al Objetivo de Desarrollo Sostenible N.5 (lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas) y comprender mejor dónde trabajan las organizaciones europeas y las cooperativas en términos de igualdad de género.
Aunque fue el 25 de septiembre de 2015 cuando los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible, parece que es ahora cuando se empieza a trabajar para alcanzar estas metas.
En el siglo XXI, el mundo reclama una manera distinta de hacer las cosas, un desarrollo más sostenible y humano; de ahí la importancia de vincular los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a las actividades económicas de las empresas, de los gobiernos y de la sociedad en general.
Todo el mundo tiene que hacer su parte y las cooperativas juegan un papel muy importante. Actualmente, la economía social requiere más que nunca ser la protagonista de un desarrollo más equitativo, integral y sostenible.
Por tratarse de organizaciones basadas en principios y valores, las cooperativas son intrínsecamente una forma de empresa sostenible y participativa. Ponen el énfasis en la seguridad del empleo y en la mejora de las condiciones de trabajo, pagan salarios competitivos y reinvierten los beneficios modernizando la empresa. Permiten redistribuir el resto de los excedentes, si los hubiera, lo que contribuye a repartir la riqueza y a minimizar el crecimiento de las desigualdades. Las cooperativas fomentan las prácticas y los conocimientos democráticos y la inclusión social. También han demostrado ser resilientes ante las crisis económicas y financieras.
En definitiva, ofrecen un modelo alternativo de empresa cuyas contribuciones al desarrollo sostenible van mucho más allá de la creación de empleo.
Como la cantidad de cooperativas, así como su participación en el Prducto Interior Bruto (PIB), son todavía relativamente pequeñas en la mayoría de los países, su promoción y su expansión podrían ser un instrumento importante para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
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