La cuarta Revolución Industrial está llamada a cambiar nuestra forma de vida y se basa en la innovación digital por la interacción del mundo físico con el intangible que transforma las estructuras analógicas en otras del nuevo entorno digital.
La revolución digital representa profundos cambios en la digitalización y se superpone al proceso de la propia globalización, creando una economía 4.0, término que hasta la fecha se había quedado limitado al ámbito de la industria.
Este cambio de paradigma nos trae enormes oportunidades y es factor clave para el crecimiento económico en el progreso técnico para contrarrestar las desigualdades derivadas de crecimientos económicos rápidos. El verdadero alcance de la revolución digital no tiene límites en el tiempo y abarca un amplio abanico: comercial, cultural, comunicaciones... que solo el futuro nos irá desvelando.
Las economías del mundo occidental muestran la correlación entre la economía digital y el PIB, como nos recuerda el informe “Digital Disruption:the Growth Multiplier” que señala que el ritmo de crecimiento de la economía digital es siete veces superior al del resto de la economía convencional. En el caso particular de España se estima que mejorando el rendimiento digital se podría incrementar el Producto Interior Bruto en 40.000 millones de euros anuales.
Si tenemos en cuenta que el 65% de los actuales estudiantes de primaria trabajarán en puestos que todavía no existen y el 90% de los puestos de trabajo van a requerir un cierto nivel de competencias tecnológicas y habilidades digitales, corremos el riesgo de que esta revolución digital genere un vacío en la clase media con efectos imprevisibles sobre la cohesión social.
Le tecnología digital provoca una destrucción creativa, al destruir empleos para luego crear más y mejores. Solo impulsando la economía del conocimiento ayudaremos a generar oportunidades de empleo, ofreciendo programas de formación intensivos con los contenidos necesarios para que cualquier institución pueda implementar programas formativos en carreras digitales, captando personas que ahora se encuentran fuera del sistema formativo o laboral.
Ofrecer la posibilidad de adquirir esas competencias digitales para permanecer en la primera línea de la tecnología digital y asegurar el acceso a los empleos del futuro es responsabilidad de todos y requiere un compromiso tanto del Gobierno como de las empresas y de la ciudadanía lanzando macroproyectos de transformación digital de los sectores productivos en España, entre los que destacaríamos el turismo como cuestión estratégica, con el compromiso de querer ser, o no, una economía digital real, que nos aleje de un deshonroso puesto 34 en el ranking mundial del índice NRI (Networked Readiness Index).
Estamos ante un desafío de dimensión universal, en el que el futuro de los países no dependerá tanto de los recursos primarios y energéticos como de la fortaleza democráticas de las instituciones y de que estas estimulen el capital humano potencial, impulsando la formación, la creatividad y la igualdad de oportunidades.
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